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Fiesta del Bautismo del Señor

Publicado:
9 enero, 2025
Lc 3, 15-16. 21-22. "Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos". | Imagen: "Bautismo de Cristo". Bartolomé Esteban Murillo (Hacia 1667). Museo Nacional del Prado, Madrid.

En este pasaje del Evangelio de Lucas (3, 15-16. 21-22), se narra un momento fundamental en la vida de Jesús: su bautismo en el Jordán por parte de Juan Bautista. El pueblo, que estaba lleno de expectativas y se preguntaba si Juan el Bautista era el Mesías, recibe una respuesta clara. Juan les dice que él solo bautiza con agua, pero que viene uno más poderoso que él, al que no es digno ni de desatarle las sandalias. Con estas palabras, Juan deja claro que su misión es preparar el camino para el verdadero Mesías, quien los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego, es decir, un bautismo que traerá una transformación profunda y un poder divino mucho mayor que el de Juan.

Este momento marca el inicio del ministerio público de Jesús, pero es también un signo de su humildad y de la necesidad de identificarse plenamente con la humanidad. Aunque Jesús no necesitaba bautizarse para el perdón de los pecados, como lo hacían los demás, lo hace como un acto de solidaridad con los hombres, de cumplimiento de la justicia divina y de manifestación de su misión redentora.

Mientras Jesús ora después de ser bautizado, el cielo se abre, y el Espíritu Santo desciende sobre Él en forma de paloma, mientras una voz del cielo proclama: “Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco”. Este es un momento de revelación trinitaria: el Padre habla desde el cielo, el Espíritu Santo desciende sobre Jesús en forma de paloma, y Jesús es reconocido como el Hijo amado del Padre. Este acto marca públicamente la identidad de Jesús como el Hijo de Dios y el inicio de su misión salvífica, al mismo tiempo que señala la inauguración del Reino de Dios, que será manifestado en su vida, muerte y resurrección.

El bautismo de Jesús es también una invitación para cada uno de nosotros a entrar en la experiencia de ser adoptados como hijos de Dios en el sacramento del bautismo, donde el Espíritu Santo desciende sobre nosotros y nos incorpora a la familia de Dios. A través de este sacramento, no solo somos perdonados y purificados, sino que recibimos la gracia del Espíritu que nos fortalece para vivir como hijos de Dios en este mundo, llamados a llevar la luz del Evangelio.

En este tiempo litúrgico, la Fiesta del Bautismo del Señor nos invita a reflexionar sobre el misterio de nuestra propia identidad como hijos de Dios, y sobre la necesidad de vivir en coherencia con este llamado, con la fuerza del Espíritu Santo que nos fue dado en nuestro bautismo.

Delegación Diocesana para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado

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