‘Peregrinos y sembradores de esperanza’, lema de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada

Publicado:
27 enero, 2025
Esta Jornada destaca la belleza de las vocaciones de las personas consagradas, una cualidad que nace de las alegres noticias que portan y transmiten.

La Comisión Episcopal para la Vida Consagrada celebra el próximo 2 de febrero la XXIX Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Este 2025, el lema es Peregrinos y sembradores de esperanza. Esta Jornada anual se centra en las personas que, a través de la consagración, dedican su vida por completo a Cristo. Con ello, el encuentro busca dar a conocer la figura de las personas consagradas y sus testimonios para mostrar el valor de ellas.

En el marco del Año Jubilar, la Iglesia llama a todas las personas a ser «peregrinos y sembradores de esperanza». Un camino hacia Dios propio de todos los bautizados y que anticipa los dones celestiales en la peregrinación.

Con todo ello, el mensaje de la Jornada de la Vida Consagrada presenta a estas personas como estandartes de dicha peregrinación que, a su vez, esparcen las semillas de la esperanza en su camino. Durante la Jornada del pasado 2024, el papa Francisco puso en valor la paciencia de los consagrados en su espera diaria en Cristo y animó a observar esta virtud. También destacó los «corazones jóvenes» de las personas consagradas, que no desisten en su espera ni se rinden en el camino de la esperanza.

Este año la Jornada se centra en dos virtudes de quienes viven esta vocación, dos de esas semillas que comparten con el mundo. La primera es la misión profética de los consagrados. Rodeados de dificultades, estas personas comparten la labor de transmitir el mensaje de Jesucristo, una esperanza nueva. Los consagrados, fieles a su identidad, deben mantenerse con actitud vigilante para despertar al mundo.

La segunda semilla son las relaciones nuevas. En un mundo que puede ser frío e individualista, los consagrados recuerdan que cada encuentro humano debe ser gozoso. Estas relaciones nacen del encuentro con Jesucristo y suponen una enorme fuente de esperanza, ya que contribuyen a la formación de una comunidad solidaria y peregrina.

Estas relaciones tienen un valor especial en la actualidad, donde conviven distintas culturas. Además, las personas consagradas muestran al mundo el valor de las relaciones nuevas, a través de su convencimiento de que salir de sí mismo para unirse a otros siempre genera grandes bienes.

Fuente: Conferencia Episcopal Española

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