«Un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias»

Publicado:
3 marzo, 2025
Carta del Obispo de la Diócesis de Huelva, Monseñor Santiago Gómez Sierra, con motivo de la Cuaresma de este Año Santo Jubilar 2025.

El Salmista, en el Salmo 50, 19, pone en nuestros labios esta consoladora realidad para el cristiano: «un corazón quebrantado y humillado, tú, oh Dios, tú no lo desprecias» En esta Cuaresma del Año Jubilar de la Esperanza, todo el Salmo Miserere halla actualidad, en este tiempo de gracia y misericordia, cuando preparamos la Pascua del Señor.

Mirar un corazón quebrantado con los ojos de Cristo es todo un programa de vida, porque para Dios no somos indiferentes, no es indiferente cómo nos encontremos. Como nos recuerda el Santo Padre Francisco:

« Las palabras que Jesús decía indicaban que su santidad no eliminaba los sentimientos. En algunas ocasiones mostraban un amor apasionado, que sufre por nosotros, se conmueve, se lamenta, y llega hasta las lágrimas. Es evidente que no le dejaban indiferente las preocupaciones y angustias comunes de las personas, como el cansancio o el hambre: «Me da pena esta multitud, [… ] no tienen qué comer [… ], van a desfallecer en el camino, y algunos han venido de lejos» (Me 8,2-3)» (Dilexit nos, 44).

De esta forma de mirar la miseria humana tenemos que aprender. La Cuaresma nos ha de ayudar a ello. La Palabra de Dios viene en nuestra ayuda, porque es siempre alimento para el pueblo peregrino, pero aún más en este camino hacia la Pascua. Pongamos, pues, especial atención a la Palabra de Dios que se proclama en la liturgia de este tiempo cuaresmal. Que el Evangelio de cada día sea sostén de nuestra oración. La oración, uno de los recursos que nos ofrece la Cuaresma. Una oración confiada como la de Jesús en el desierto, cuando nos dice «No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4, 4).

Para escuchar lo que nos dice Dios debemos ayunar de muchas cosas superfluas. El ayuno cuaresmal ha de mirarse en aquel que nos propone el profeta, y hacerse con ese espíritu y esa finalidad: «soltar las cadenas injustas, desatar las correas del yugo, liberar a los oprimidos, quebrar todos los yugos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo y no desentenderte de los tuyos» (Is 58, 6-7). Y el ayuno de cosas superfluas ha de traducirse en la limosna, otro de los recursos cuaresmales. Un limosna que ha de conocer sólo Dios. La palabra «limosna», procede del griego y significa «misericordia» e indica gratuidad. Recordemos especialmente las obras de misericordia para ejercitarlas.

En este Año Jubilar, la indulgencia que la Iglesia nos ofrece es la misericordia divina. Como nos recuerda el Papa: «no renunciemos a la Confesión, sino redescubramos la belleza del sacramento de la sanación y la alegría, la belleza del perdón de los pecados» (Spes non confundit, 23). La Cuaresma es un tiempo muy apropiado para volver al Señor, para preparamos a la Pascua.

Que todos los actos y cultos que realizan las Hermandades y Cofradías en este tiempo de gracia sirvan para el progreso espiritual del pueblo cristiano, alentando la esperanza en Cristo resucitado.

Santiago Gómez Sierra
Obispo de Huelva

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