Este miércoles 25 de junio, al caer la tarde, la iglesia de la Purísima Concepción ha vuelto a ser testigo de un gesto sencillo, pero cargado de fuerza simbólica. Convocados por el Secretariado Diocesano de Migraciones, una treintena de personas se reunió en silencio en torno al lema: «Refugiados: un llamado a la humanidad y a la solidaridad».
Se trató del último Círculo de Silencio de este curso pastoral, una iniciativa que, mes tras mes, ha ofrecido un espacio para la reflexión y la denuncia pacífica ante la realidad de las personas migrantes y refugiadas. La cita de junio ha coincidido además con la conmemoración, apenas unos días antes, del Día Mundial del Refugiado (20 de junio), lo que añadió un sentido aún más profundo a este acto.

Durante la concentración, se recordó que cada refugiado lleva consigo una historia marcada por la huida, la pérdida y la esperanza. En medio del bullicio cotidiano del centro de Huelva, el silencio compartido por los asistentes se convirtió en oración, en denuncia y en expresión de cercanía con tantos hombres, mujeres y niños que buscan protección más allá de sus fronteras.
El Secretariado de Migraciones quiso también agradecer la participación de quienes, de forma constante, se suman a esta propuesta a lo largo del año, así como el compromiso de las comunidades cristianas que, desde distintos puntos de la diócesis, mantienen viva esta llamada a la conciencia.
Con este último encuentro se pone fin a los Círculos de Silencio hasta el inicio del próximo curso, no sin antes reiterar el mensaje que ha guiado esta convocatoria: no mirar hacia otro lado ante el sufrimiento del otro, y seguir apostando por una Iglesia que escucha, acoge y camina junto a los más vulnerables.