Domingo XXXIII, Tiempo Ordinario, Ciclo C

Publicado:
13 noviembre, 2025
Comentario al Evangelio del Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, Ciclo "C", realizado por el Secretariado Diocesano de Pastoral de Sordo.

– Mal 3, 19-20a. A vosotros os iluminará un sol de justicia.
– Sal 97. R. El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.
– 2 Tes 3, 7-12. Si alguno no quiere trabajar, que no coma.
– Lc 21, 5-19. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

Nos acercamos al final del Tiempo Ordinario, y este domingo la Palabra de Dios nos invita “literalmente” a la perseverancia. Pero veamos. 

Dirigiendo la atención hacia el bellísimo Templo (que para el judío era la presencia misma de Dios), Jesús lanza una profecía sobre su futuro: “no quedará en pie”. Y así sucedió. En agosto del año 70 d.c. una considerable revuelta lo arrasará. Pero en paralelo y fiel a su estilo, el Señor está planteando -además- la realidad del mundo futuro, el escathón, y les enseña cuáles serían las señales que lo precederán: guerras, grandes terremotos, peste, hambre, graves fenómenos, señales en el cielo… juntamente con persecuciones que nos llevarán a la cárcel. Incluso nuestros propios familiares se encargarán de ello, y tal vez arrancándonos la vida.

Pero el Señor lo sustenta con su Amor: esto servirá para que demos testimonio de Él… pero sin dejar de reconfortarnos: recibiremos su asistencia ya que podremos defendernos con una elocuente sabiduría imposible de ser contradicha.

El odio hacia nosotros es por odio a Él, a su dulce nombre. Y porque su dulzura es verdadera, nos consuela: ningún pelo de la cabeza se nos perderá: ¡Vaya promesa, gracias Señor! No obstante nos recuerda hacer los deberes: Perseverar es nuestra tarea para salvar el alma.

He aquí la cuestión. En griego, hupomoné (el lenguaje de los evangelios) el término significa: aquel que no busca escapar del peso de las pruebas de la vida. Ser perseverante significa pues, ser paciente, firme, constante y aguantador. Es el trazo característico de la persona que no se desvía de su fin último en la vida ni de su fe, a pesar de las contrariedades y sufrimientos.

En definitiva, Jesús nos alienta -vaya que sí lo hace- a que apostemos por Él, confiando en su dulce nombre, pues no nos decepcionará. 

Amén. 

Secretariado Diocesano de Pastoral de Sordo/sordo-ciegos de Huelva.

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