Pedro Román Clavero tuvo dos etapas en Huelva, una primera en la parroquia de San Pedro de 1874 a 1885, donde fue cura y arcipreste, para luego marcharse a la provincia de Sevilla, siendo también arcipreste de varias zonas. Vuelve para hacerse cargo de la parroquia de la Inmaculada Concepción en 1891, de la que fue su párroco hasta su fallecimiento (1932) y arcipreste desde 1919.
Pedro Román Clavero fue un adelantado a su tiempo, se preocupó a finales del siglo XIX y las tres primeras décadas del siglo XX de una Huelva llena de necesidades, atendió en su labor social y asistencial a los ancianos promoviendo el Asilo de Huelva y a los niños en la Soledad.
Había que atender la necesidad alimenticia y puso en marcha la Cocina Económica y la Farmacia Municipal, en la Casa Benéfica de las Hijas de la Caridad. Se preocupó, además, del desarrollo educativo promoviendo las primeras escuelas católicas como el Santo Ángel, la Soledad, María Inmaculada, San Vicente de Paúl y la de las Adoratrices. Dedicó una atención especial a la promoción educativa de las jóvenes.
Además, Trajo a Huelva a las comunidades religiosas del Santo Ángel, las Hijas de la Caridad, las Hermanas de la Cruz y las Adoratrices.
Impulsor de la parroquia del Corazón de Jesús.
Vio que era necesario abrir la parroquia a los laicos y creó la Conferencia de Caballeros de San Vicente, pusieron en marcha el Centro Católico Obrero y un barrio para obreros.
Cercano San Manuel González y Manuel Siurot, de este consejero espiritual, con proyectos en común en lo educativo y social. Estuvo muy al lado de las cofradías y recuperó todas las hermandades de su parroquia pues cuando llegó estaban sin actividad, la Vera Cruz, Sacramental y Nazareno.
Creó otras como la de la Virgen del Carmen, Josefina, el Perpetuo Socorro, el Corazón de Jesús y la Adoración Nocturna.
La ciudad le nombró Hijo Adoptivo y fue reconocido con la Cruz de Carlos III y la de Alfonso XII, incluso tuvo su propia calle. Lo importante es que sus obras siguen hoy vivas y reconocidas por la ciudad.