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La Catedral acoge cuatro nuevas ordenaciones

Publicado:
1 julio, 2023
Sergio Bastida Romero, Rafael Garrido Sánchez y José Manuel Romero Martín han sido ordenados diáconos mientras que Diego Pérez Diajara ha sido ordenado presbítero.

La Santa Iglesia Catedral de La Merced ha acogido en la mañana de este sábado, primero de julio, la ordenación diaconal de José Manuel Romero Martín, Rafael Garrido Sánchez y Sergio Bastida Romero y la ordenación sacerdotal de Diego Pérez Diajara por imposición de manos del obispo de Huelva, Mons. Santiago Gómez Sierra.

Sergio Bastida Romero, procedente de la parroquia de Ntra. Sra. de la Encarnación de Bormujos, Sevilla; Rafael Garrido Sánchez, procedente de la parroquia de San Lorenzo Mártir de Córdoba y José Manuel Romero Martín, procedente de la parroquia de San Bartolomé Apóstol de Rociana del Condado han recibido la Sagrada Ordenación Diaconal.

La ordenación sagrada se confiere por la imposición de las manos del Obispo y la Plegaria de bendición. La entrega del evangeliario vincula al diácono con el anuncio vivo de la palabra de Dios y la unción de las manos y la entrega del pan y el vino al presbítero indican la facultad de éste para ofrecer el sacrificio eucarístico y para administrar los demás sacramentos.

Diego Pérez, natural de Aracena, es licenciado en Derecho por la Universidad de Huelva. Desde junio de 2022 colabora en las parroquias de Encinasola y Cumbres de San Bartolomé, entre otros municipios del arciprestazgo de la Sierra y el próximo viernes 7 de julio celebrará su Primera Misa Solemne en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción de Aracena a las 20.00 horas.

En su homilía, el obispo de la Diócesis de Huelva resaltaba la lectura del Señor en textos “que nos dan claves para vosotros, hermanos, lo que estamos celebrando. Para darle gracias a Dios, que sigue suscitando en la Iglesia vocación, para seguir a Cristo y construir su cuerpo que es la Iglesia.”

“Queridos hermanos, tenemos que hablar de Dios a los que no lo conocen, y muchas veces no muestran interés por ello, y sin embargo somos capaces de hablar de Dios a los gentiles de hoy, de nuestro mundo. También tenemos la pauta en la experiencia del profeta. No diciendo lo que el mundo quiere oír, tan secularizada y alejada de Dios, sino en la palabra de Dios entendida en la tradición de la Iglesia”, continuaba Mons. Santiago Gómez Sierra.

“No evangelizamos mientras no proclamemos el nombre de Jesús. La vida, las obras, los milagros, la enseñanza, su muerte, su resurrección, su ascensión al cielo. Evangelizar es anunciar a Jesús pero es verdad que el evangelizador debe decir lo que dice Pedro: ‘Hemos comido y bebido con Él después de su resurrección’. Solamente con la experiencia del encuentro con Cristo resucitado es como podemos hablar del Señor y cómo podemos proclamar su Evangelio.”

“El que quiera ser primero que se ponga el último de todos y el que quiera ser servido que se ponga en el lugar del que sirve porque así es como permanece Jesús en medio de nosotros. Muchas veces tenemos experiencias y tendremos experiencias en nuestra vida ministerial y en la sociedad en la que vivimos de que no somos relevantes, un sacerdote, un presbítero y un obispo. Muchas veces lo soportamos porque no tenemos más remedio pero, sin embargo, tenemos una ocasión única para configurarnos con Cristo, pobre y humilde, y ese es el lugar desde donde Él salva el mundo y ese es el lugar que nos señala a nosotros para realizar nuestro ministerio de salvación para con todos”.

Concluyó el obispo de la Diócesis onubense con su homilía centrando el mensaje en la Vírgen según la oración de San Bernardo. “¡Oh tú que te sientes lejos de la tierra firme, arrastrado por las olas de este mundo, en medio de las borrascas y de las tempestades. Si no quieres zozobrar, no quites los ojos de la luz de esta Estrella, invoca a María!. Si se levantan los vientos de las tentaciones, mira a la Estrella, llama a María. Si eres agitado por las ondas de la soberbia, mira a la Estrella, llama a María. Si la ira, o la avaricia, o la impureza impelen violentamente la navecilla de tu alma, mira a María.

Si comienzas a ser sumido en la sima del suelo de la tristeza, piensa en María. En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. No te extraviarás si la sigues, no desesperarás si la ruegas, no te perderás si en Ella piensas. Si Ella te tiende su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás, si es tu guía; llegarás felizmente al puerto, si Ella te ampara. Virgen María, ruega por nosotros.”

Homilía del obispo de Huelva, Mons. Santiago Gómez Sierra

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