Reunidos en pleno centro de la ciudad, los participantes guardaron unos minutos de silencio que hablaron más fuerte que cualquier discurso. El gesto, sencillo y cargado de sentido, volvió a convertirse en un espacio de denuncia pacífica ante las injusticias que sufren tantas personas que se ven obligadas a abandonar sus lugares de origen.
Durante la convocatoria, el equipo del Secretariado de Migraciones recordó que estos encuentros forman parte de un compromiso pastoral estable, que busca sensibilizar a la sociedad y sostener, desde la oración y la presencia pública, las causas de quienes más sufren. Cada Círculo de Silencio es, en palabras de los organizadores, “una llamada a mirar a nuestros hermanos migrantes con la ternura de Cristo”.


El acto se desarrolló bajo el lema “Migración y Pobreza: de desafío a oportunidad”, lema que invitó a poner el foco en la precariedad laboral y en la necesidad de políticas y actitudes que garanticen la dignidad de todas las personas, migrantes y trabajadoras nacionales por igual.
Las varias decenas de asistentes mantuvieron la concentración en un clima de respeto y escucha interior. Algunos portaban carteles con mensajes en defensa de los derechos humanos, mientras otros participaban en silencio desde una actitud contemplativa y solidaria.
El encuentro concluyó con una breve lectura y una invitación a seguir construyendo espacios de acogida, diálogo y fraternidad. El Secretariado de Migraciones anunció que los Círculos de Silencio continuarán desarrollándose a lo largo del curso pastoral, abiertos a toda la comunidad diocesana y a cuantos deseen sumarse a este gesto de paz.





