Mayo, mes mariano en el discurrir de la Pascua, nos trae el aroma de las azucenas que exhalan su fragancia ante tantas imágenes marianas. El también llamado Mes de las Flores, por las que tradicionalmente se han ofrecido a la Virgen en estos momentos de floración de la Naturaleza, que viste de colores nuestros montes y nuestros valles. Pero esas flores son representativas de otras “flores” que los cristianos ofrecemos a María en este mes. Como dijera Pemán, son “las flores de un deseo para que se conviertan en frutos de verdad”. ¡Cuantos sencillos ofrecimientos suben en este mes al trono de María! Esas flores exhalan la fragancia de la caridad, de la alegría, del servicio…, todos ellas virtudes de nuestra Madre.
En lo que queda de mes, en esta última semana, cada persona podría hacer, como colofón a todos estos ofrecimientos diarios a la Virgen, una personal peregrinación hacia donde se venere una imagen de la Santísima Virgen, una particular e íntima romería, que puede estar acompañada de la recepción de los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, y que se concretará en un espacio de tiempo determinado caminando hacia una ermita, hacia una iglesia, mientras se reza el Rosario y se medita en los misterios. Esta peregrinación puede hacerse por alguna intención, para pedir alguna gracia espiritual o material, pero, sobre todo, con el espíritu de ir a ver a la Madre que nos muestra a Jesucristo.
Nuestra Diócesis ofrece múltiples lugares para realizarla. En la misma capital el santuario de Nuestra Señora de la Cinta, y tantos templos donde se veneran las imágenes más queridas de la devoción popular onubense.
En el Condado y la Tierra Llana las ermitas de Nuestra Señora del Rocío de Almonte, la de Nuestra Señora de las Mercedes de Bollullos, la de Nuestra Señora del Valle en La Palma, en Hinojos o en Manzanilla; la de Nuestra Señora del Pino en Niebla, la de Nuestra Señora de Montemayor en Moguer, la de Nuestra Señora de los Milagros en La Rábida, la de Nuestra Señora de los Clarines en Beas… En la Costa: Nuestra Señora de la Blanca en Villablanca, Nuestra Señora de Consolación en Cartaya…
En la zona del Andévalo y Minas: Nuestra Señora de la Peña en Puebla de Guzmán, Nuestra Señora de Piedras Albas en El Almendro; Nuestra Señora de la Coronada y Nuestra Señora de España en Calañas; la Divina Pastora en Zalamea la Real, Nuestra Señora de los Dolores en El Cerro…
En la Sierra: la Reina de los Ángeles en Alájar, Nuestra Señora de Flores y Nuestra Señora de Rocamador en Encinasola, Nuestra Señora de la Esperanza y Nuestra Señora del Amparo en Cumbres Mayores, Nuestra Señora de Tórtola de Hinojales, Nuestra Señora del Carmen en Galaroza, Nuestra Señora de los Remedios en Arroyomolinos de León, Nuestra Señora de Cala en Cala, Nuestra Señora del Puerto en Zufre, Nuestra Señora del Prado en Higuera de la Sierra, Nuestra Señora de la Piedad en Cortegana, Nuestra Señora del Mayor Dolor en Aracena, Nuestra Señora de la Coronada en Cortelazor…
O se puede ir a los templos en que esté la Patrona de cada población, o al altar de la devoción mariana más querida por cada persona.
Si además, la romería la acompañamos de una obra de misericordia, o un gesto de caridad, estaremos poniendo a los pies de María la ofrenda de la flor más fragante, de la que más le puede agradar a la Virgen. Vayamos con flores a María, con flores a porfía, que Madre nuestra es.
Juan de Robles