Este domingo, Solemnidad de la Ascensión del Señor, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales con el lema “Para que puedas contar y grabar en la memoria. La vida se hace historia”.
En su mensaje el Papa Francisco señala que “en medio de la confusión de las voces y de los mensajes que nos rodean, necesitamos una narración humana, que nos hable de nosotros y de la belleza que poseemos. Una narración que sepa mirar al mundo y a los acontecimientos con ternura; que cuente que somos parte de un tejido vivo; que revele el entretejido de los hilos con los que estamos unidos unos con otros”.
Sin duda, este tiempo de pandemia que vivimos está poniendo a prueba de corazón a todos los profesionales de la comunicación que, entre tanta saturación de información, intentan hacer llegar a los demás historias reales y humanas. El Papa Francisco alude al hombre como “ser narrador”, de manera que “las historias de cada época tienen un ‘telar’ común: la estructura prevé ‘héroes’, también actuales, que para llevar a cabo un sueño se enfrentan a situaciones difíciles, luchan contra el mal empujados por una fuerza que les da valentía, la del amor”.
Esas historias deben ser el centro de la atención de los discursos periodísticos y así lo hemos intentado llevar a cabo durante estas difíciles semanas desde el Departamento de Medios de Comunicación Social de la Diócesis, donde la información relacionada con las disposiciones del Consejo Episcopal se ha entrelazado con una amalgama de historias humanas que pedían ser contadas porque, a través de las mismas, salían a flote los valores más intrínsecos del ser humano, la acción de la Iglesia y, en definitiva, la presencia de Dios en medio de nuestra sociedad en unos momentos muy críticos. Es apagar el miedo con la esperanza de la Buena Noticia que nunca termina. Todo ello, junto a una incesante atención a las demandas de los propios medios de Comunicación.
Pero el Santo Padre también señala que “no todas las historias son buenas”. A veces, “se fabrican historias destructivas y provocadoras, que desgastan y rompen los hilos frágiles de la convivencia”, a lo que añade que “mientras que las historias utilizadas con fines instrumentales y de poder tienen una vida breve, una buena historia es capaz de trascender los límites del espacio y del tiempo”.
Y “la Sagrada Escritura es una Historia de historias”. Así, “la Biblia es la gran historia de amor entre Dios y la humanidad. En el centro está Jesús: su historia lleva al cumplimiento el amor de Dios por el hombre y, al mismo tiempo, la historia de amor del hombre por Dios. El hombre será llamado así, de generación en generación, a contar y a grabar en su memoria los episodios más significativos de esta Historia de historias, los que puedan comunicar el sentido de lo sucedido”. Además, recuerda que “el mismo Jesús hablaba de Dios no con discursos abstractos, sino con parábolas, narraciones breves, tomadas de la vida cotidiana. Aquí la vida se hace historia y luego, para el que la escucha, la historia se hace vida: esa narración entra en la vida de quien la escucha y la transforma”.
El Papa también habla de “una historia que se renueva”, de manera que “la historia de Cristo no es patrimonio del pasado, es nuestra historia, siempre actual”, y continúa más adelante diciendo que “después de que Dios se hizo historia, toda historia humana es, de alguna manera, historia divina”.
Y es también “una historia que nos renueva”, porque “mientras leemos la Escritura, las historias de los santos, y también esos textos que han sabido leer el alma del hombre y sacar a la luz su belleza, el Espíritu Santo es libre de escribir en nuestro corazón, renovando en nosotros la memoria de lo que somos a los ojos de Dios”, a quien “podemos narrarle las historias que vivimos, llevarle a las personas, confiarle las situaciones. Con Él podemos anudar el tejido de la vida, remendando los rotos y los jirones. ¡Cuánto lo necesitamos todos!”, resalta.
El mensaje del Papa Francisco bien podría ser el libro de estilo de los profesionales de la comunicación, especialmente, de aquellos cristianos que tejen historias con la capacidad de llegar al corazón de muchas personas.
Hemos querido acercarnos a los profesionales de la comunicación en nuestra diócesis para que nos cuenten, a la luz de este mensaje, cómo están viviendo este tiempo de pandemia cargado de intensidad informativa.
«El periodista no debe olvidar que tiene una responsabilidad social. Hoy más que nunca. Nuestras palabras, noticias o reportajes pueden crear opinión, motivar o desmoralizar. En medio de una marea que cada vez se hace más difusa está nuestra labor, de la mano de historias que hagan comprender la realidad y que muestren el lado más humano. Se sobreentiende la objetividad y veracidad que acompañan a toda información (su ausencia elimina su esencia), pero además, se debe dar un paso más hacia lo humano para construir historias que ayuden a comprender la realidad de la mano de casos cercanos, de gente (anónima o no) que muchas veces nos da lecciones de vida. En esta pandemia lo hemos podido ver todos. Las historias que nos han contado en primera persona sanitarios y voluntarios que han puesto todo al servicio de los demás, son las que más nos han llegado, las que mejor nos han mostrado no sólo qué pasa, sino cómo somos y hasta qué punto somos capaces de ayudar a los demás. Son historias con rostro. Narraciones de la vida misma. Y son precisamente ésas las que tienen un lugar especial en Huelva Información, donde trabajamos para transmitir la información, evidentemente, pero con ese plus de humanidad que hoy tanto se necesita.»
«El momento es ahora. Y contarlo una responsabilidad para llegar al otro con la verdad. No podemos hacer de lo instantáneo un medio para deformar una información. No hay que ganar en tiempo sino en veracidad, en credibilidad. Hoy que buscamos ser los primeros en dar la noticia hemos dejado atrás la ética y somos prisioneros de una competición de disparates llamadas redes. Ahora tenemos un virus que afecta a la salud, a la economía y también a la información. Porque en mitad de tanto drama tenemos la obligación de ser honrados con lo que pasa, no esconder la información para sesgar el pensamiento. Pero también ser profesionales comprometidos con nuestra fe y transmitir el dolor desde la esperanza, el miedo desde la luz en el horizonte y las manos siempre tendidas para servir de instrumento de ayuda. Tenemos que ser un punto de apoyo y no un arma que incendie la sociedad. Todavía podemos ser el elemento de unión y de sosiego en un país cada vez más alentado al enfrentamiento. Si nos vendemos, los ciudadanos estarán abocados a un virus quizás mucho más peligroso e incurable, el del odio al otro. »
«El lema elegido por la Iglesia para la jornada de este domingo es una aspiración, e incluso, tal y como están las cosas, diría que un reto en sí mismo para el periodismo. Situar a la gente y a la vida en el centro de las historias que contamos es lo que más nos gusta hacer y lo que de verdad nos motiva a quienes dedicamos nuestro esfuerzo diario a contar la vida. Sucede que no siempre las personas están en el centro de la acción de aquellos grandes poderes que llegan a todo, como son la política y la economía, por ejemplo. Ahí la lucha es por el poder, no por el bienestar de la gente. Y la acción de esos ámbitos donde tantas cosas se deciden está muy presente en el tiempo diario del periodismo. Por eso digo que el lema de este domingo es un reto: porque el periodista no puede olvidar nunca qué y quiénes son lo verdaderamente importante: la vida y las personas. ¿Cómo hacerlo? No renunciando nunca a la aspiración de que ellos sean el centro de nuestro hacer de cada día por más que otras fuerzas se empeñen en arrastrarnos a su ámbito de poder y de influencia.»
«A través de la radio intento narrar aquellos mensajes de las personas, asociaciones y fundaciones que necesiten o quieran mostrar su agradecimiento, su petición de ayuda o simplemente de esperanza y fe.
Por suerte mi puesto de trabajo y mis espacios locales de radio tratan y dan voz a la cultura local, a las inquietudes de la sociedad onubense y me permite interaccionar con las personas y conocer sus testimonios y, por supuesto, es un auténtico privilegio hacer de megáfono de todo aquel que lo necesite para, como bien se refiere el Papa, narrar para el mundo lo que realmente el mundo necesita.»
El mensaje del Papa, un ‘libro de estilo’ para el periodista cristiano
Publicado:
22 mayo, 2020
Prensa
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