Ante el grave incendio que está afectando a nuestra provincia, el Obispo de Huelva, Santiago Gómez Sierra, junto al Consejo Episcopal manifiestan que:
- Nos sentimos unidos a los pueblos y aldeas afectadas, en una misma oración, implorando de Dios el fin de esta desgracia y expresando nuestra solidaridad y ayuda fraterna para todos los que sufren las consecuencias del fuego devastador.
- Mostramos, en particular, nuestro reconocimiento y apoyo a todas las personas e instituciones implicadas en el operativo de lucha contra el fuego, que se esfuerzan en salvar vidas humanas, aliviar daños y evitar la pérdida de animales y bienes materiales.
- Agradecemos el apoyo de las familias, de los amigos y vecinos, que ofrecen una asistencia imprescindible en medio de esta calamidad, así como la solidaridad de las Cáritas parroquiales, hermandades y otras asociaciones de las parroquias afectadas y de las demás asociaciones civiles. Con nuestras parroquias, Cáritas Diocesana y otras instituciones eclesiales, mostramos nuestra disponibilidad para la acogida y la ayuda que sea necesaria.
- Contemplar el paisaje que el fuego va dejando tras de sí, nos lleva a tomar más conciencia de cómo hemos de cuidar, respetar y valorar la naturaleza, como un don que recibimos y un legado que debemos esforzarnos por transmitir a las generaciones futuras; de ahí la enorme responsabilidad de todos en cuanto a su uso y cuidado.
- La amenaza del coronavirus y sus desastrosas consecuencias económicas y sociales y, ahora, el gran incendio que nos aflige, pueden llevarnos a un profundo desánimo. En circunstancias como estas, es importante rezar y mantener la esperanza. Recordando las palabras de Jesús, “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré” (Mt 11,28), pedimos a Dios que mire compasivo nuestra aflicción, alivie las fatigas de sus hijos y confirme nuestra confianza en su providencia. Así, podremos afrontar los trabajos presentes y futuros para recuperar lo antes posible nuestra tierra y ayudar con generosidad a cuantos hoy viven en la angustia.
Obispado de Huelva, 31 de agosto de 2020