En la tarde de ayer, 27 de octubre, el obispo de la Diócesis de Huelva, Santiago Gómez, visitó el asentamiento de Las Madres junto a un equipo de técnicos de Cáritas Diocesana, encabezado por su directora, Pilar Vizcaíno; el párroco de Mazagón, Francisco Pérez Zambrano, así como voluntarios de Cáritas parroquial de Ntra. Sra. del Carmen.
D. Santiago Gómez tuvo ocasión de conocer de primera mano las condiciones infrahumanas en las que viven unos 200 inmigrantes, una muestra de las más de 2.000 personas que pueblan la veintena de asentamientos chabolistas que de forma directa y periódica atiende Cáritas en la provincia onubense.
El Obispo de la diócesis ya había definido como «particularmente sangrante» la situación de los asentamientos en la provincia en su carta publicada el pasado jueves, 22 de octubre, con motivo de la última encíclica del papa Francisco ‘Fratelli Tutti’, y se dirigía así a todos los cristianos y personas de buena voluntad invitando a «abordar [de modo urgente] este drama desde una mirada integral, coordinada y eficaz», pues «no podemos seguir sobrellevando esta realidad en la que nuestros hermanos malviven privados de algunos de los derechos humanos más elementales». En este sentido, insistió ayer en que «no podemos vivir de espaldas al dolor del hermano con rostro e historia concreta que encontramos en nuestro caminar ordinario por la senda de lo cotidiano, que lo vemos en nuestras calles y plazas, en nuestros campos trabajando y que, al culminar su jornada, regresa a estos lugares donde malvive».
En su encíclica el papa Francisco ha expresado que “los migrantes no son considerados suficientemente dignos para participar en la vida social como cualquier otro, y se olvida que tienen la misma dignidad intrínseca de cualquier persona. Nunca se dirá que no son humanos pero, en la práctica, con las decisiones y el modo de tratarlos, se expresa que se los considera menos valiosos, menos importantes, menos humanos” (FT, 39). Por eso, el Obispo, haciéndose eco de la insistente petición de Cáritas, ha hecho «un llamamiento especial a todos los agentes sociales y políticos para no evadir la responsabilidad de cada una de las partes y, en un diálogo sincero y permanente, encontrar soluciones más humanas y definitivas» que vayan más allá de la insuficiente ayuda asistencial que se lleva a cabo por las distintas entidades implicadas en dar solución a este drama.
Para Pilar Vizcaíno, directora de Cáritas Diocesana, «no tenemos que irnos muy lejos de nuestra geografía para ver que hay quienes viven cerca de nosotros y siguen siendo invisibles para nosotros. Muchas veces, muchísimas, levantamos muros ante ellos, los juzgamos, los descartamos, pensamos que viven de una manera concreta por gusto, por capricho, porque quieren».
En medio de estos tiempos difíciles a causa de la Covid-19 y de todos los efectos sociales y económicos que padece la sociedad, estas personas ven aún más agravada su situación. Despertar las conciencias, ensanchar la mirada y el corazón y generar redes de solidaridad capaces de acoger, proteger, promover e integrar es la labor de estos voluntarios y técnicos de Cáritas, cuya labor constante por la defensa de los derechos humanos de estas personas y el acompañamiento y la respuesta a sus múltiples necesidades, agradeció el Obispo al finalizar la visita, animándolos a continuar con esta tarea “que hace presente y cercana la Iglesia a estos hermanos nuestros”.