El 8 de abril de 2021 cumple la hermandad de la Santísima Virgen de Piedras Albas ciento cincuenta años desde su fundación. Con este motivo, el papa Francisco, a través de la Penitenciaría Apostólica, ha concedido un tiempo jubilar que se extenderá desde ese mismo día hasta el 8 de diciembre de 2021.
Su origen, se sitúa en el acontecimiento histórico de reedificación de la Ermita donde se venera dicha advocación mariana, situada en el término municipal de El Almendro. Las desamortizaciones y la supresión del Priorato de Ermitas habían llevado a estado de ruina a la antiquísima Ermita de Nuestra Señora de Piedras Albas, venerada en ese lugar desde la Reconquista. Ante la imposibilidad por parte de los vecinos de El Almendro para afrontar los elevados costes originados por dicha reedificación, los devotos de Villanueva de los Castillejos acudieron en masa para ayudar a sufragar los gastos. Aquella ocasión propició el acercamiento de dos pueblos que, aunque vecinos, habían estado históricamente enfrentados. Por designio de la providencia tuvieron en la Virgen Santísima un punto de encuentro y unión. Desde entonces comparten en igualdad de derechos y obligaciones -bajo el formato eclesial de una hermandad- el culto a la Santísima Virgen María, nuestra Señora de Piedras Albas, que quiso ser Lugar privilegiado de reconciliación y unión perpetua de dos pueblos.
Un periodo jubilar es un tiempo especial de gracia y santificación, en el que la Iglesia concede especiales auxilios espirituales. Periodo propicio para volver el rostro hacia Dios y hacia los hermanos, tiempo abierto a la reconciliación, eco feliz de aquel acontecimiento fundacional y constitutivo de la hermandad en el que por la intercesión de la Santísima Virgen brilló la luz de la concordia y de la paz.
Es para la hermandad un hermoso modo de celebrar su aniversario fundacional, uniéndose más íntimamente a la Iglesia, de quien ha recibido esta bendita devoción a la Madre de Dios bajo el dulce título de Piedras Albas. La concesión de las gracias espirituales anejas al Jubileo harán profundizar a los hermanos y devotos en el misterio de la misericordia divina y en la comunión de los santos. Será una ocasión de acercamiento al Señor para muchas almas, que por la devoción a María irán directamente a Cristo el Señor.
La leyenda que trata de explicar el origen de esta singular advocación se recoge en la obra que escribió en el siglo XVIII fray Felipe de Santiago, fraile franciscano del Monasterio de la Rabia. Esta narración, transmitida de padres a hijos, fue manuscrita en 1714. Cuenta que el pastor Alfonso Gómez, hombre de cristiana vida y ejemplar virtud, el día 8 de diciembre de 1470, por la madrugada, poco más o menos, advirtió un resplandor que salía de entre piedras y arbustos. Atraído por la luminosa visión, descubrió dos Imágenes de la Madre de Dios. Después de adorarlas, las imágenes solicitaron se les erigiesen dos santuarios, uno en el mismo sitio con la advocación de la Madre de Dios de Piedras Albas y el otro en el Cerro del Águila donde se debía venerar a la Santísima Virgen de la Peña. Oídas por el devoto pastor, éste contó lo sucedido al alcaide Tenorio, cuyo ganado guardaba, quien construyó una ermita a cada Imagen.
Años más tarde, en 1786, Andrés Barba Rojo, cura de El Almendro, en un extenso informe al prior de ermitas, titulado “Noticia Histórica, Geográfica y cronológica del Santuario de Ntra. Sra. de Piedras Albas”, relata la leyenda.
Aunque la hermosa leyenda sobre el milagroso hallazgo de la Imagen de la Santísima Virgen, sitúa el origen de la devoción entorno al año 1460, sabemos que la primera noticia histórica sobre la existencia de la advocación data del año 1290. Es una referencia indirecta, contenida en la carta de concesión de una dehesa por parte de Sancho IV a los vecinos de La Puebla del Castillejo, donde se cita como uno de los límites de dicha dehesa a la Iglesia de Nuestra Señora de Piedras Alvas. Este dado tan interesante indica la notabilísima antigüedad de la advocación mariana de Piedras Albas que se encuentra enraizada en el mismo hecho de la reconquista y cristianización de estas tierras andevaleñas. Desde esa fecha se suceden testimonios documentales a lo largo de los siglos XIV y XV, y de una forma generalizada a partir del siglo XVI.
Tanto los vecinos de la inmediata Osma (origen de la actual Villa de El Almendro) como los de Villanueva de los Castillejos tuvieron siempre a este lugar de culto mariano como referente máximo de su amor a la Madre de Dios.
Este periodo jubilar que pronto se inicia será, la mejor forma de celebrar los ciento cincuenta años de vida de una hermandad, que nació del anhelo de unir lo que la torpeza humana tantas veces se había obstinado en separar. Que hermoso momento debió de ser aquel en que se decidió que los derechos históricos sobre la advocación de la Santísima Virgen de Piedras Albas que ostentaban los herederos de Osma, fuesen transmitidos en igualdad de derechos y obligaciones a los hijos de Castillejos. “¡Todos hermanos!” gritaron. Nada pudo agradar más a la Virgen Santísima.
Francisco Feria Reviriego