La Delegación Diocesana para la Evangelización, Catequesis y el Catecumenado organiza esta segunda Jornada de Atención en la Catequesis a Niños y Adolescentes con Necesidades Educativas Especiales que, en esta ocasión, profundizará en el TDAH, trastorno de déficit de atención e hiperactividad, y que se celebra mañana sábado, 27 de noviembre, en el Colegio Diocesano Sagrado Corazón de Jesús, a partir de las 9.30 h.
La Delegación Diocesana para la Evangelización, Catequesis y el Catecumenado organiza esta segunda jornada de atención a niños y adolescentes con necesidades educativas especiales en las que, en esta ocasión, se profundizará en el TDAH, trastorno de déficit de atención e hiperactividad. Esta jornada, enmarcada en la Escuela de Catequistas, tendrá lugar en el Colegio Diocesano Sagrado Corazón de Jesús mañana, 27 de noviembre, a partir de las 9.30 h. Después de un año en el que las sesiones formativas tuvieron que realizarse de forma telemática, recupera esta escuela de este modo la presencialidad.
Es común encontrarse con niños y adolescentes en nuestras catequesis que parece imposible que se estén un momento quietos o como al catequista le cuesta un gran esfuerzo mantener la atención de estos niños. Sin embargo, estos pequeños se muestran llenos de un gran abanico de posibilidades siempre que se sabe encauzar la atención hacia un centro de interés: son personas muy creativas, con un pensamiento divergente, capaces de dar respuestas fuera de lo común y ese exceso de energía bien canalizado sirve para conseguir la meta que ellos se propongan, siempre que descubran su pasión y focalizar esa atención. Así lo cuenta la psicóloga infanto-juvenil y colaboradora de esta delegación, Mari Ángeles Pérez Mojarro, quien situará a los asistentes teóricamente ante el TDAH y dará algunas indicaciones sobre cómo aprender a reconocerlo: “yo, que trabajo todos los días con niños con estas características, al preguntarles cómo podemos ayudarles en la catequesis, por ejemplo, tienen muy clara su respuesta: lo que queremos es que nos vean como una persona completa; es decir, cuando no solo se fijan en ese exceso de movimiento o en que están siempre distraídos, sino que además es cariñoso, que son muy líderes, que tienen mucho sentido del humor, son creativos y que crean un vínculo muy especial con el catequista y los compañeros de catequesis”.
El Plan Diocesano de Catequesis de Huelva, cuenta con catequistas especializados en la atención a la diversidad. De este modo, los catequistas brindan los apoyos y atenciones educativas necesarias a los niños que presenten necesidades educativas especiales como el TDAH, pero también otros casos, como niños con discapacidades físicas, psíquicas, sensoriales o por manifestar graves trastornos de la personalidad o de la conducta. En ese esfuerzo para que los catequistas adapten sus metodologías y contenidos a los niños que presenten estas necesidades se sitúa esta jornada formativa que, en esa fidelidad al destinario catecúmeno y fidelidad al mensaje, persigue una diversidad de métodos, lenguajes y ámbitos a fin de acoger a estos niños y facilitarles de forma integrada su derecho a recibir la iniciación cristiana en el ámbito de la parroquia.
La profesora Inmaculada Carmen Gómez Hurtado, doctora en psicopedagogía y profesora del área de Didáctica y Organización escolar del Departamento de Pedagogía de la Universidad de Huelva, aportará, desde sus experiencia en la investigación sobre la atención a la diversidad y la educación inclusiva, unas líneas de sensibilización y orientaciones medicativas para atender a los catecúmenos con TDAH. En su opinión, “lo primero que hay que tener en cuenta como catequistas a la hora de atender a estos niños es reconocer que tienen derecho a acercarse y conocer el amor de Dios y a poder acceder al sacramento como cualquier otro niño. Para ello, podemos utilizar diferentes estrategias que nos permitan una atención más individualizada: lo primero conocer y creer en las potencialidades y capacidades que tienen estos niños; reforzar sus logros durante la catequesis; interactuar de forma constante con ellos; establecer normas sencillas y que ellos sean conscientes de cuáles son, siempre en positivo; y, sobre todo, una atención cariñosa y cercana”.
A grosso modo, se trata de un trastorno del neurodesarrollo de carácter neurobiológico originado en la infancia y que afecta a lo largo de la vida. Se caracteriza por la presencia de tres síntomas típicos: déficit de atención, impulsividad e hiperactividad motora y/o vocal. Es el Trastorno más común en la niñez, lo padecen entre un 5 y un 10 % de los niños siendo muy heterogéneo, es decir, la manifestación de los síntomas es desigual entre las personas que lo padecen. En la adolescencia con las transformaciones del organismo, se reduce el alto nivel de actividad, pero el déficit de atención persiste y llega a perdurar hasta la edad adulta.
Lo que más caracteriza a un niño con este trastorno, es su falta de atención. Cualquier detalle los distrae, a mayores estímulos su dificultad para concentrarse aumenta. Tienen dificultades para seguir órdenes, parece que no escuchan cuando se les habla, son desorganizados, nunca saben donde han dejado sus cosas, pierden el material escolar y son descuidados. Con frecuencia saltan de una tarea a otra sin terminarla, ya que evitan situaciones que implican un nivel constante de esfuerzo mental.
La impulsividad les lleva a actuar de forma inmediata, sin reflexionar, sin pensar en las consecuencias o en el riesgo o el peligro, ni para sí mismos, ni para los demás. Inquieto con las manos o los pies, les cuesta mucho estar sentados en las situaciones que lo requieren, están siempre activos en los lugares en que es inapropiado y hablan de forma excesiva, responden antes de ser formulada completamente la pregunta, tienen dificultad para esperar su turno y frecuentemente interrumpen conversaciones o juegos.
Lo más característico de estos niños, finalmente, es la excesiva actividad motora o hiperactividad, pues siempre están en continuo movimiento, corren, saltan por la calle, nunca quieren ir cogidos de la mano… Es por ello que, a menudo, se les estigmatizan como “malos” o “traviesos”.