Son palabras del obispo emérito, José Vilaplana Blasco, en la homilía de la celebración de la festividad de San Leandro, patrón de la Diócesis de Huelva, que tuvo lugar la tarde del pasado sábado, 13 de noviembre, en la Santa Iglesia Catedral.
La Misa Pontifical en la Festividad de San Leandro fue presidida por el obispo de Huelva, Santiago Gómez Sierra, y concelebrada por el obispo emérito, José Vilaplana Blasco, a quien D. Santiago cedía la palabra en la homilía. D. José comenzaba agradeciendo el gesto del Obispo actual, D. Santiago, y dirigiéndose a los fieles aclaró que él ahora, como obispo emérito, se ponía junto con todos “bajo el cuidado de D. Santiago, representante de Cristo entre nosotros”.
Tomando pie del evangelio proclamado para la ocasión –”Jesús pregunta a los apóstoles: ¿quién dice la gente que soy yo?”–, Vilaplana recordaba la multitud de imágenes desfiguradas que a veces nos hacemos de Jesús y que solo “Pedro acierta a describir quién es verdaderamente: Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo; y esa es la fe que comparte la Iglesia y proclama por todos los siglos, una gracia revelada por Dios Padre y no un mérito propio”. El obispo emérito explicaba que la misma confusión sobre Jesús fue experimentada en la Iglesia en tiempos de San Leandro, durante la herejía arriana que mantuvo divididos a los cristianos en España, pero que felizmente fue superada reestableciendo la comunión. Así, recordaba la alegría de San Leandro al experimentar la comunión de la Iglesia, tras años de división leyendo un fragmento del discurso del santo patrón en la clausura del Concilio III de Toledo:
“Regocíjate y alégrate, Iglesia de Dios, gózate porque formas un solo cuerpo para Cristo. Ármate de fortaleza y llénate de júbilo. Tus aflicciones se han convertido en gozo. Tu traje de tristeza se cambiará por el de alegría. Ya queda atrás tu esterilidad y pobreza. En un solo parto diste a Cristo innumerables pueblos. Grande es tu Esposo, por cuyo imperio eres gobernada. Él convierte en gozo tus sufrimientos y te devuelve a tus enemigos convertidos en amigos. No llores ni te apenes, porque algunos de tus hijos se hayan separado de ti temporalmente. Ahora vuelven a tu seno gozosos y enriquecidos. Fíate de tu cabeza, que es Cristo. Afiánzate en la fe. Se han cumplido las antiguas promesas. Sabes cuál es la dulzura de la caridad y el deleite de la unidad […] Pasados los hielos invernales y el rigor de las nieves, has dado a luz, como fruto delicioso, como suaves flores de primavera, a aquellos que concebiste entre gemidos y oraciones ininterrumpidas”.
La figura del Santo Patrón “es también un referente para el momento que como Iglesia diocesana vivimos hoy”, continuó, y “en el contexto de la fase diocesana sinodal, en una sociedad donde necesitamos redescubrir a un Dios Creador, que no somos fruto de la casualidad sino que un Dios Bueno ha pensado en nosotros, que vale la pena que existamos… un tiempo para que como Iglesia trabajemos juntos para que los hombres dejen sus caricaturas de Dios y descubran la imagen de un Cristo vivo: verdadero Dios y verdadero hombre, en el que está la salvación el Camino, la Verdad y la Vida”. Así invitó a afrontar esta etapa sinodal con entusiasmo, porque “solo una Iglesia afianzada en Cristo podrá dar respuesta al mundo de hoy, reclamados por la exigencia de la Unidad y sirviendo, juntos”. El Obispo emérito también quiso recordar que este es un tiempo especial para mantenerse “constantes en la oración para que sea el Espíritu el que nos guíe. Y con una especial sensibilidad por los más pobres, quienes más los necesitan y que están entre nosotros”.