«El predilecto», comentario al Evangelio de la Fiesta del Bautismo del Señor – C

Publicado:
7 enero, 2022
Foto: El Bautismo de Cristo, Juan Fernández Navarrete «El Mudo» (Hacia 1567). Museo Nacional del Prado, Madrid

La misión de Juan Bautista era preparar al pueblo para recibir al mesías. Pero eran tan grandes los deseos de la gente que muchos empezaron a creer que era él. Consciente de su papel, no dudó en afirmar que ni era el mesías ni se le parecía. “Yo bautizo con agua (limpio los pecados para prepararle un pueblo bien dispuesto); él os bautizará con Espíritu Santo y fuego” (os dará una nueva vida y os transformará radicalmente). ¡Qué lejos está del protagonismo, la gran tentación de los enviados! Ver la necesidad, poner remedio y desaparecer para dejar que la vida siga su curso. En eso está la verdadera grandeza de los elegidos. Su miseria es pretender eternizarse. Y también su necedad, porque es de necios sentirse indispensables. Sólo Dios es Dios y, cuando un hombre come de la fruta prohibida -cae en la tentación de creerse dios-, sólo logra verse desnudo frente a sí mismo y frente a los demás. Reconocer los propios límites no ha de ser motivo de tristeza y frustración, sino, al contrario, porque es signo de extraordinaria grandeza de ánimo.

Jesús va más allá. Él era el esperado, pero actúa como uno más: se bautiza en un bautismo general, confundido con la gente del pueblo -no hay vergüenza en ello, sino honor- y se retira a orar, como todo el que necesita el auxilio divino. Pero el cielo se abre, el Espíritu desciende sobre él y una voz misteriosa lo proclama Hijo Amado de Dios. El profeta lo había deseado -¡Ojalá rasgaras el cielo y bajaras! (Is 64,1)-. Y el deseo se había visto al fin cumplido. El signo -la paloma- y la palabra -mi Hijo predilecto- se unen para mostrar al mesías. Más tarde él explicará su misión al aplicarse otro texto de Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres. Me ha enviado a rescatar a los cautivos, a devolver la vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos y a proclamar el año de la gracia, el perdón de los pecados”. En adelante toda su vida -sus obras y sus palabras- no será sino un exacto cumplimiento de esta tarea.

Piensan algunos que el Evangelio es agua pasada y que los tiempos piden otras doctrinas y otro mensaje. Yo me pregunto si es cosa del pasado que los pobres reciban la alegría, que los hombres sean liberados de sus esclavitudes, que los espíritus confundidos vean la luz y que los humillados por sus debilidades y errores se sientan perdonados. Seguimos necesitando al Mesías que nos despierte de nuestra somnolencia y nos devuelva la ilusión de un futuro mejor. Él ha cruzado el río delante de nosotros y, desde la otra orilla, nos invita a seguir sus pasos sin miedo a las turbulencias. Jesús no es cosa del pasado porque es la voz de la esperanza.

Terminadas las pasadas fiestas, nos queda por delante un año entero para vivir, día a día, con el espíritu y el mensaje que él anunció, conscientes de que ser sus discípulos no consiste tanto en repetir sus enseñanzas cuanto en vivir conforme a ellas.

Francisco Echevarría Serrano,
Ldo. en Sagradas Escrituras y vicario parroquial de Punta Umbría

Te puede interesar

«Visión del laicado que soñamos»

Mons. Santiago Gómez Sierra, obispo de Huelva, fue el encargado de cerrar el curso «La vocación laical» ofreciendo una visión del laicado a la luz de las Orientaciones Pastorales de la Diócesis de Huelva para los años 2022-2027.

Leer más »

26ª Peregrinación del Centro Penitenciario de Huelva al Rocío: un camino de fe y esperanza en el Año Jubilar

Con una profunda carga espiritual y bajo el amparo del Año Jubilar de la Esperanza, catorce internos del Centro Penitenciario de Huelva han protagonizado los días 29 y 30 de abril una nueva edición —la número 26— de la Peregrinación de Presos al Rocío, organizada por la Asociación Rociera La Libertad, en un camino de fe, perdón y encuentro con la Virgen.

Leer más »