Foto: Tentaciones de Cristo. Fresco de Sandro Botticelli (1481-1482). Capilla Sixtina, Ciudad del Vaticano.
«No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos» (Ga 6,9-10a)
Estos domingos anteriores nos han estado preparando para el tiempo litúrgico que estamos estrenando, poco a poco nos han orientado. Comenzamos ahora un tiempo de oportunidad, de tomar conciencia de la necesidad que tenemos de conversión a un nivel personal y eclesial. Las dos han de ir juntas si de verdad queremos una conversión sincera. No es un tiempo de tristeza, las oportunidades se toman con alegría.
La conversión necesita de la humildad, algo difícil de vivir y de tener. Lucas hoy nos lo presenta de una manera didáctica para que lo comprendamos. El poder, el prestigio, el querer hacer la vida por mi cuenta, son tres de las grandes tentaciones que nos acompañan a lo largo de nuestra vida. Nuestros actos rondan en ellas y por eso necesitamos humildad para reconocer nuestros actos si es que quieren estar acordes al Evangelio.
Lucas nos presenta la fragilidad humana y la tentación de abandonar nuestros principios, esos por los que hemos apostado y que harán un mundo diferente, por otras cosas que atraen.
Si eres Hijo de Dios… Si tú crees que Dios está contigo…¡¡nada te puede pasar, pasa por alto lo que piensas, no pasa nada!! La tentación está a la vuelta, en cada momento…y yo me puedo escaquear una vez, o dos. No pasa nada, tengo que relajarme un rato, no pasa nada.
El poder puede hacer estragos a quien lo lleva y tener unas consecuencias nefastas para la gente sobre la cual lo ejerce o puede ser un ejercicio importante que puede hace mucho bien, pero cuando se disfraza de servicio, es algo que hay que mirar. Todos hemos de tocar el interior porque se suele pegar bien al corazón o disfrazarse de bueno. Cuidado con el poder.
Si es el prestigio…poco tiene que ver con la humildad. Puede ser que a otros les guste un reconocimiento, llevarlo con humildad no siempre se acierta. Esta tentación nos hace daño comunitaria y personalmente.
Si es hacer la vida por mi cuenta… en esta época en la que estamos ahora, o en cualquiera, vivir al estilo de Dios pero como yo digo, es fácil confundir. Vivir como Dios quiere requiere de mayor discernimiento.
Si se juntan las tres tentaciones en mi persona o nuestra comunidad, puede ser la mayor bomba que podemos lanzar. Podemos revestir de Dios aquello que no es. Por eso, ahora, en este tiempo de esperanza y de oportunidad, Lucas nos invita a ver nuestro interior y a mirar cara a cara: el PODER, EL PRESTIGIO Y EL HACER LAS COSAS POR MI CUENTA. Y nos invita a rechazarlo como Jesús.
Es hora de ponernos en frente, de filtrarlas a la luz de la oración, el ayuno y la limosna y ponernos delante del Dios de la vida a agradecer tanto bien como nos otorga para salir un poco más convencidos de que sin Dios, nada es posible. Ah! Estas tentaciones…son de todos, no de los que están al frente de cosas, cada uno tiene las suyas. Buen inicio de cuaresma a todos.
María Jesús Arija García,
Lda. en Teología y profesora de Religión Católica en Almonte