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La actividad pastoral en las parroquias de la Costa se multiplica durante el verano

Publicado:
18 julio, 2022
En estos meses estivales el número de personas que transita los enclaves costeros crece de manera destacable. Es algo que también se hace notar en los templos, donde la atención pastoral y la celebración de sacramentos aumenta de forma notable

Y sucede también en las localidades costeras onubenses. Así lo manifiesta José Antonio Sosa, párroco de Punta Umbría, quien señala que, en este municipio, “la actividad pastoral durante el verano se centra en ser una parroquia abierta, acogedora y un espacio adecuado para los creyentes que eligen este lugar para su descanso, buscando también el sitio apropiado para seguir alimentando su fe, compartirla y celebrarla con otros fieles”. En este sentido, matiza que “se cuidan mucho las celebraciones de los sacramentos, el rezo del santo rosario, la adoración eucarística y se visitan enfermos para llevarles la comunión a quienes no pueden acudir a los templos”.

“La comunidad cristiana de Punta Umbría
se incrementa en este tiempo con nuevos miembros que no son considerados como visitantes, sino como hermanos”
José Antonio Sosa, párroco de Punta Umbría

De igual manera, “el equipo de caritas parroquial no cierra por vacaciones, sino que continúa respondiendo a las peticiones de ayuda y realizando actividades solidarias para recaudar donativos”, afirma Sosa. Y no duda al subrayar que “los sacerdotes que servimos a la Iglesia en este tiempo y lugar vemos enriquecido nuestro ministerio con estas acciones pastorales”, añadiendo que “la comunidad cristiana de Punta Umbría se incrementa en este tiempo con nuevos miembros que no son considerados como visitantes, sino como hermanos”.

Por su parte, el párroco de La Antilla, Rubén N. Sánchez, recuerda lo que pensó al llegar a esta zona, hace ahora casi un año: “¡Temporada alta! ¡No sólo en hoteles, también en la fe!”.

“Un dato curioso es que cuando llegué el verano pasado comprobé que un paquete de formas (pan) para consagrar que trae quinientas, se consumían en una misa de domingo, ¡en una!, y eran cuatro misas en ese domingo… Mucha gente comulga, mucha gente se confiesa”, destaca.

Según el párroco de La Antilla, la feligresía que viene de distintos lugares de España, principalmente de Extremadura, Madrid, Córdoba y Sevilla, es de parroquias y de movimientos eclesiales que participan diariamente en misa. “¡Es una maravilla ver una iglesia viva!”, exclama. Y señala que “también tenemos en verano muchos bautizos y bodas de fieles que vienen de fuera, fieles que tienen su cuasi domicilio y que entienden que pueden bautizar a sus hijos aquí”.

En invierno la feligresía permanente es de casi 1.600 habitantes y en verano supera los 100.000”
Rubén N. Sánchez, párroco de La Antilla

Pero la celebración de la Eucaristía no es lo único que ocupa a los sacerdotes durante la época estival en los lugares de Costa, “este verano 2022 he querido no solo preocuparme de las celebraciones de las misas, que son tres diarias en semana, y dieciocho en fines de semana, sino también en atención pastoral y acompañamiento a los distintos veraneantes cristianos que necesitan esa fuerza espiritual y es gracia divina para permanecer en Cristo”. Por esta razón, respondiendo a los distintos grupos y movimientos predominantes que visitan estas parroquias en verano, se celebran: Ultrellas para los cursillistas, todos los sábados Eucaristía del Camino Neocatecumenal para los veraneantes del camino que vienen de distintas parroquias, adoraciones para jóvenes, catequesis kerigmáticas para matrimonios llevado por proyecto Amor Conyugal, etc.  La vida en los diferentes templos es muy diferente según sean meses de invierno o de verano, de manera que, tal y como apunta Rubén N. Sánchez, “en invierno la feligresía permanente es de casi 1.600 habitantes y en verano supera los 100.000”.

No es muy distinta la realidad que se vive a unos kilómetros de La Antilla, concretamente, en Ayamonte, desde donde su párroco, Juan Manuel Pérez, comenta que, en verano, la vida diaria cambia, porque “la población casi se multiplica por tres, entonces la pastoral es más que nada sacramental, el cuidado de los enfermos, etc.”.

“El descanso físico por las vacaciones no exime de ese descanso espiritual que, ahora más que nunca se acrecienta: descansar también en el Señor y recuperar la fuerza y la energía desde un rato de oración personal”
Juan Manuel Pérez, párroco de Ayamonte

Asimismo, a las personas que llegan de fuera “desde la parroquia intentamos que tengan la posibilidad de asistir con comodidad a todas las eucaristías y servicios pastorales”. Y es que “el descanso físico por las vacaciones no exime de ese descanso espiritual que, ahora más que nunca se acrecienta: descansar también en el Señor y recuperar la fuerza y la energía desde un rato de oración personal”. Por ello, explica que los templos de Ayamonte siempre se abren una hora antes de la Eucaristía, favoreciendo así la oración y el cultivo de la vida interior, así como las confesiones todos los días”.

Francisco Pérez es el párroco de Mazagón, donde también estos meses se ve ampliada la comunidad parroquial y desde donde se prioriza “la acogida de cercanía, creando familia en la fe”, expresa el sacerdote, quien añade que lo que se intenta es “acercar a Dios a la gente tanto en las eucaristías como en las demás celebraciones sacramentales y festividades”, en definitiva, “no romper con Dios en estos días estivales”.

“Es muy bonito ver cómo la comunidad parroquial que está durante todo el año y las personas que vienen de fuera se unen para celebrar la fe en un mismo lugar, siendo una misma Iglesia
Francisco Pérez, párroco de Mazagón

Además, señala que, aunque “la comunidad parroquial se diluye con la gente que viene en verano, se continúa sin descanso con la actividad pastoral en cuestiones como la atención a los inmigrantes y a los asentamientos”.

El párroco de Mazagón destaca que “es muy bonito ver cómo la comunidad parroquial que está durante todo el año y las personas que vienen de fuera se unen para celebrar la fe en un mismo lugar, siendo una misma Iglesia”.

La fe viva, también en las playas, requiere el esfuerzo –y el refuerzo- titánico de unos sacerdotes que ven incrementada su feligresía, a la que atienden y acogen con el mismo calor y actitud de servicio así suban los marcadores en el termómetro o pasen las hojas del calendario. Una comunidad que vive en familia la pertenencia a la Iglesia como hijos de Dios.

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