En fecha reciente, el afamado taller Orfebrería Villareal S.A. ha restaurado las dos ánforas para los Santos Óleos, el ánfora para el Santo Crisma y el recipiente para el almizcle[1]; cuatro piezas muy significativas del ajuar litúrgico de nuestra Catedral.
El estado general de las piezas no era alarmante, aunque la manipulación y el uso litúrgico habían producido una serie de pequeñas fisuras en las ánforas que originaban fugas y que fueron corregidas inadecuadamente, mediante el empleo de soldaduras con estaño y la aplicación de sellantes sintéticos. Estas intervenciones, fruto de la premura, han sido perjudiciales para la adecuada conservación de las ánforas.
Una vez acordada la restauración y solicitados los correspondientes permisos a la Delegación Diocesana de Patrimonio, se trasladaron las ánforas al taller de orfebrería. El proceso de restauración llevado a cabo por Villareal, ha consistido en la retirada de las soldaduras con estaño y la eliminación de adhesivos sintéticos. Las fisuras se han sellado minuciosamente empleando plata de ley. La culminación del proceso de restauración ha consistido en la eliminación total de un barniz que escondía el verdadero color y brillo de la plata, ya que la oxidación del mismo había ocasionado que las piezas presentaran un aspecto blanquecino y opaco.
Una vez concluida la restauración, estas piezas de singular mérito artístico, han recuperado su aspecto original.
El origen de este juego de ánforas se sitúa en el contexto de la creación de la Diócesis onubense (1953). Ante la carencia de estos elementos necesarios para la liturgia catedralicia, D. Pedro Cantero Cuadrado, primer obispo de Huelva, encarga el citado conjunto al madrileño Taller de Joyería de J. Puigdollers O. Vinader.
El Archivo Capitular guarda el proyecto de realización de las ánforas enviado por el Taller de J. Puigdollers al Sr. Obispo para su aprobación. En él se describen: “tres ánforas de plata repujada y cincelada, una de 20 litros y dos de 15 litros cada una, para la bendición de los Santos Óleos, Unción y Crisma, con las siguientes características: en el centro de las ánforas, por el adverso, en la mayor, Jesús caminando sobre las aguas y dando la mano a San Pedro. En las pequeñas el Buen Pastor y el Buen Samaritano. En el reverso, el escudo de S.E. Revdma. Remata las ánforas, la Inmaculada, modelada de exprofeso por un buen escultor, y ajustad a su traza a la escuela sevillana. Un recipiente para el almizcle, de iguales características que las ánforas. Una pibeta de plata.”
El Boletín Oficial del Obispado de Huelva, del mes de abril de 1955, en la sección “Crónica Diocesana” recoge la noticia de la adquisición de las Ánforas para la Catedral. La crónica recoge una descripción detallada de las piezas, que por su interés ilustrativo reproduzco literalmente:
“Ánfora grande – Destinada a la SANTA UNCIÓN.
De sesenta y tres centímetros de altura y cincuenta y siete de ancho (De asa a asa). Peso de plata, nueve mil quinientos gramos.
De estilo renacimiento. Toda ella repujada y cincelada, con ornamentación propia de su estilo. El centro de la misma, y en su anverso, lleva fino y alto trabajo de repujado y cincelado, representando el pasaje evangélico de San Mateo Capt.º XIV 22-23) «JESÚS CAMINA SOBRE LAS AGUAS», inspirada esta composición en uno de los paneles de la puerta del Baptisterio de Florencia, obre de los escultores Brunelleschi y Chiberti (siglo XV), y llevada al cincel con gran maestría para dar vida, expresión y movimiento a las figuras y paisajes. El realce de las figuras del Señor y de San Pedro en un primer plano de la obra, al que acompaña en un segundo plano la barca con los demás apóstoles y al fondo el paisaje suave que enmarca la escena evangélica. Y todo ello, sobre un mar embravecido, como corresponde al versículo 30 del citado capítulo XIV.
En el reverso, el escudo de S.E. Reverendísima el Sr. Obispo. En él se ve, la casita y la estrella de Belén, título e la Santísima Virgen de Belén, Patrona de la Ciudad en donde nació el Prelado. El símbolo de la Unidad cristiana, en las dos manos que se estrechan, y sobre ellas la Cruz que representa el faro y ruta para conseguir y mantener la unidad y la paz entre los hombres. Las dos columnas rotas de plata sobre el mar, emblema que representa el Universalismo cristiano dogma de nuestra fe. Y en el centro de su escudo, dando vida y significación simbólica al realismo sobrenatural de su Pontificado, la figura de Cristo entregando las llaves a San Pedro. Y como lema «Veritas liberavit vos», la verdad os hará libres.
Remata el ánfora una preciosa escultura de la Inmaculada inspirada en la gloriosa y tradicional imaginería y pintura sevillana.
Ánforas Medianas.
De cincuenta y siete centímetros de altura y cincuenta centímetros de ancho (De asa a asa). Peso de plata diez mil quinientos gramos (las dos). El estilo, hechura, repujado y cincelado como la anterior.
Ánfora para el OLEO DE LOS CATECÚMENOS.
En el centro de la misma, y en su anverso, repujado y cincelado, lleva la representación de la «parábola del samaritano», del evangelio de San Lucas, Capítulo X, 30-37. Para lograr esta complicada composición, de varios planos, y responder a una interpretación exacta del citado pasaje evangélico, ya que debe ser señalado el paso del sacerdote y levita, el primero casi perdido en la lejanía, el segundo a buena distancia del primero, y realzada la figura del Samaritano, como corresponde al Título de la parábola, se han estudiado composiciones análogas, y de unas placas florentinas del siglo XVI, hoy en el Museo de Nueva York, que representan escenas paganas, se ha podido, pensando y estudiando el evangelio de San Lucas, lograr esta representación, que responde plenamente a los versículos citados. Hasta el más mínimo detalle se ha cuidado en ella, y el cincel ha dado vida a este repujado representativo de uno de los más hermosos pasajes evangélicos sobre la caridad.
El reverso y remate, como en el ánfora grande.
Ánfora del SANTO CRISMA.
En el centro de la misma, y en su anverso, repujado y cincelado, la figura de El BUEN PASTOR, evangelio de San Juan Capítulo X, 1-16 «Yo soy el Buen Pastor». Ninguna otra representación ha podido igualar a la figura del Buen Pastor de las Catacumbas, Llena de Candor, dulzura y al mismo tiempo la de un zagal varonil, que carga sobre sus hombros la oveja descarriada. Acompaña a esta figura en la composición del ánfora un complemento tenue y suave, para dar el mayor realce a la figura del Señor personificada en la figura de EL BUEN PASTOR.
El reverso y el remate como las anteriores.
Van asimismo cincelados en cada una de ellas, el escudo de Acción Católica y el de Huelva, de donde es titular.
El recipiente para el almizcle, de iguales características y estilo que las ánforas, lleva gravados los escudos del Sr. Obispo por un lado y el de Huelva por el otro”.
El uso litúrgico de las ánforas para la bendición de los Santos Óleos y la consagración del Crisma se enmarca en la liturgia de la Misa Crismal, propia de la mañana del Jueves Santo (trasladada en nuestra diócesis al Martes Santo). Durante la celebración de la Misa el Obispo consagra el santo crisma y bendice los demás óleos. Con el santo crisma consagrado se ungen los recién bautizados, los confirmados son sellados, y se ungen las manos de los presbíteros, la cabeza de los Obispos y la iglesia y los altares en su dedicación. Con el óleo de los catecúmenos, éstos se preparan y disponen al Bautismo. Con el óleo de los enfermos, éstos reciben alivio en su debilidad[2].
Francisco José Feria Reviriego
Canónigo Conservador del Patrimonio cultural de la Catedral
Fotografías: Javier Mesa.
[1] Es el nombre dado originalmente a un perfume obtenido a partir de una sustancia de fuerte olor.
[2] Cf. Misal Romano, Instrucción general, n. 157; Ibidem, Introducción a la Misa crismal.