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El obispo de Huelva, Santiago Gómez, señala que la Misa Crismal “es una fiesta de la unidad de la Iglesia”

Publicado:
4 abril, 2023
Mons. Santiago Gómez ha presidido en la Catedral esta mañana de Martes Santo, 4 de abril, la Misa Crismal de consagración del Santo Crisma y bendición de los Óleos de los Catecúmenos y de los Enfermos con una importante presencia del clero diocesano y de fieles onubenses.

El Espíritu del señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres (Lc 4,18).” “Cristo, el ungido por el Espíritu Santo, realiza su misión. La gracia y la misericordia del Señor se hacen presentes en Él. Nosotros, cristianos, hemos sido ungidos (Bautismo, Confirmación, Orden…), así como participamos de esta Unción de Jesús, y debemos actuar como Él: sanar, curar, consolar, fortalecer… En esta Eucaristía consagramos el óleo de los catecúmenos, de los enfermos y el óleo con aromas, el santo crisma que, utilizados en los Sacramentos del Bautismo, Confirmación, Unción de los enfermos y Orden sacerdotal en toda la Diócesis, hacen partícipes al pueblo de Dios de la Unción de Cristo y de su misión.”

Así comenzaba su homilía Mons. Santiago Gómez Sierra, obispo de Huelva, esta mañana de Martes Santo, 4 de abril, en la Santa Iglesia Catedral, donde ha presidido la Misa Crismal de consagración del Santo Crisma y bendición de los Óleos de los Catecúmenos y de los Enfermos.

“Así somos constituidos testigos de la redención en el mundo. Es decir, frente a todos los poderes que destruyen -la degradación del espíritu, el odio, la codicia, la corrupción moral y física y la misma muerte- estamos fortalecidos y esperanzados con el poder del Espíritu de Dios.

También, la experiencia de la unción con el óleo que penetra en el cuerpo se convierte en símbolo de la belleza de la paz entre los hermanos: “Ved qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos. Es ungüento precioso en la cabeza” (Sal 133, 1-2). El Espíritu Santo, del que el óleo es símbolo es el amor, que es el vínculo de la comunidad fraterna de la Iglesia, como consecuencia de los sacramentos que la conforman.”

Del mismo modo, Mons. Santiago Gómez ha recordado que “desde esta perspectiva esta Misa de los Santos Óleos es una fiesta de la unidad de la Iglesia. Estamos reunidos en torno al altar de la Catedral expresión de nuestra Iglesia particular de Huelva, altar que al mismo tiempo es referente de Jesucristo, Altar vivo, Sacerdote y Víctima. Aquí consagramos los santos Óleos, que llegarán a toda la Diócesis, de modo que los sacramentos que se imparten proceden de este único centro. Se cumplen así las palabras del salmo citado: el fluir del santo Óleo que va bajando desde la cabeza que es Cristo, sobre su cuerpo que es la Iglesia.”

El Obispo ha subrayado su mensaje dirigido a los sacerdotes a los que les ha transmitido el servicio de la unidad de la Iglesia. “Queridos sacerdotes, que vais a usar estos Óleos, somos servidores de la vida que nace de la Muerte y Resurrección de Cristo y, además, estamos puestos al servicio de la unidad de la Iglesia. Sabemos cuáles son los vínculos visibles de la unidad: 1) la profesión de una misma fe recibida de los Apóstoles; 2) la celebración común de los sacramentos; 3) la sucesión apostólica por el sacramento del orden, que conserva la concordia fraterna de la familia de Dios (C.E.C. 815). Así, como decimos en las Orientaciones Pastorales Diocesanas, n° 24: La unidad no tiene que ser fruto de una autoridad rigorista, sino fruto espontáneo de la fe, del amor, de la fidelidad y la responsabilidad de cada uno. El premio a este amor y a esta disciplina será la eficacia apostólica.

Queridos sacerdotes, vais a renovar las promesas de la ordenación, así manifestamos que queremos proseguir en la misión de extender el Óleo que hace revivir en nosotros la alegría de la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte y alimenta la unidad de la Iglesia. Hacemos esto ante el pueblo de Dios, aquí congregado y representado, porque los sacerdotes sostenemos a los fieles, y también ellos nos sostienen a nosotros. Recemos unos por otros al Señor, que es el único que puede sustentarnos a todos”, finalizaba.

Desde la Delegación Diocesana para la Liturgia se explica que la Misa Crismal es una celebración propia del Jueves Santo que, en nuestra diócesis, al igual que sucede en muchas otras, se ha trasladado de día para facilitar la asistencia de todos los sacerdotes. Así el Martes Santo en la Misa Crismal concelebra el Obispo y su presbiterio. Es una de las celebraciones en las que se pone de relieve la plenitud sacerdotal del Obispo, que es tenido como gran sacerdote de su grey y como signo y garante de la unión de sus presbíteros con él.

Los sacerdotes renuevan ante el Obispo las promesas que hicieron el día de su ordenación, se lleva a cabo la bendición de los óleos y se consagra el crisma. El óleo es aceite de oliva. En cambio, el crisma es una mezcla de aceite de oliva y perfume. La consagración es competencia exclusiva del Obispo. Dentro del rito de consagración destaca el momento en el que el Obispo sopla en el interior del recipiente que contiene el Crisma (crismera) como signo de la efusión del Espíritu Santo.

El santo crisma y los óleos serán llevados a todas las parroquias donde, de un modo solemne y expreso, son presentados, como expresión de unidad, en la Misa Vespertina del Jueves Santo en la que se conmemora la Cena del Señor.

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