En estos tiempos de cambios que vivimos, aún reconocemos en las fiestas navideña un momento de encuentro y alegría compartida en el seno de las familias. Son momentos emotivos, cargados de sentido y significados. Pero se nos hace difícil preparar la celebración de la Navidad en familia cuando estamos en duelo, cuando se nos ha roto el vínculo físico con nuestro ser querido, que ya no está con nosotros y no va a volver.
La Navidad nos evoca sentimientos de alegría y gozo, de paz y felicidad. Y, aunque se nos haga difícil vivirla cuando estamos en duelo, no podemos evitarla con todo lo que nos evoca, ni podemos escapar de nuestros sentimientos, del dolor que sentimos ante todo lo que hemos perdido con esta muerte. Anticiparse a lo que está por llegar, pensando en los días concretos y cómo van a ser abordados, estableciendo rutinas, actividades y conductas de cuidado en el contexto familiar, facilitará el desarrollo de estos encuentros.
Y teniendo en cuenta que el proceso de duelo no consiste en olvidar, estos días pueden ser vividos por estas personas como una oportunidad para trascender el hecho de la ausencia física, para poner en valor el vínculo emocional, el vínculo espiritual, trayendo la presencia mediante los recuerdos. Se trata de construir juntos, en familia, algunos ritos, signos: una oración, una vela encendida, una foto, su comida preferida, una silla vacía,… comunicar y preparar, desde el corazón, la celebración de la Navidad teniendo presente a la persona fallecida.
Por otro lado, cada persona vive su duelo de una forma diferente pero no quiere decir que se tenga que hacer de forma aislada. Las celebraciones navideñas posibilitan un contexto para que las familias desarrollen el cuidado mutuo, dejando espacio al recuerdo, al relato y a la expresión de emociones. Poder comunicar nuestros sentimientos, nuestras añoranzas, esos recuerdos que habitan en nuestro corazón y que no debemos callar sino compartir. Así completamos nuestros recuerdos, algunos quizás olvidados, otros con detalles ya desdibujados, ayudándonos a hacer presente quien quisimos y seguimos queriendo.
De este modo, estos momentos y su preparación pueden ser la oportunidad de poner en valor la herencia, el legado que nos han dejado los seres queridos y no quedarnos solo en cuánto se ha llevado de nosotros esta pérdida. Así es como los sentimos y nos relacionamos con ellos hoy. Así es como seguimos queriendo a quienes fueron un referente para nosotros y aún lo siguen siendo. Porque solo desde el amor encontramos sentido al dolor por la pérdida de los seres queridos.
Desde el Centro de Escucha San Camilo, enmarcado en el Secretariado Diocesano de Pastoral de la Salud, te hacemos estas sugerencias si has experimentado una pérdida reciente y estamos dispuestos a acompañarte si necesitas ayuda, para lo que puedes contactar con nosotros a través del teléfono 626 907 180 (laborales de 10.00 a 13.30 h.) o visitarnos en nuestra sede, situada en la Casa de la Iglesia (C/ Dr. Cantero Cuadrado, 1).
Juan Fernando Martínez
Coordinador del Centro de Escucha San Camilo de Huelva