Hemos iniciado ya el tiempo de Cuaresma y las hermandades de penitencia de nuestra Diócesis de Huelva están inmersas en los preparativos de sus cultos, observando la normativa sanitaria y con el espíritu de prudencia que aconseja la situación provocada por la pandemia actual. Todos somos conscientes de la imposibilidad de celebrar las estaciones de penitencia y otros actos de piedad y de culto externo en la forma habitual a la que estamos acostumbrados. Pero, esto no ha de mermar nuestra forma de “vivir y sentir” la Cuaresma y Semana Santa.
A pesar de que las salidas procesionales en estación de penitencia constituyen uno de los momentos cumbres para nuestras hermandades, la vida litúrgica no se limita a estos bellísimos actos de culto externo, sino que se plasma en innumerables momentos de fe, de oración y de caridad a lo largo del año.
Siguiendo lo dispuesto por el Sr. Obispo en el Decreto sobre la celebración de cultos, estaciones de penitencia y procesiones de las hermandades y cofradías en la Diócesis de Huelva: “Los párrocos y directores espirituales, en colaboración con sus hermandades y cofradías, asociaciones de fieles o grupos eclesiales, organizarán el modo en que los hermanos puedan expresar la devoción a sus sagrados titulares de forma personal y comunitaria, especialmente en el día en el que les corres-pondería celebrar sus estaciones de penitencia.”
La situación actual invita pues a nuestras hermandades a reorientar las celebraciones propias de estas fechas, enfocándolas más intensamente si cabe, hacia el Triduo Pascual, momento culminante del año litúrgico. Como bien nos recuerda el Sr. Obispo en su decreto: “Se exhorta a las hermandades y cofradías, asociaciones de fieles y a todos los fieles cristianos a vivir con especial devoción las celebraciones litúrgicas de la Semana Santa en sus parroquias y comunidades, especialmente las del Triduo Sacro.”
El uso de las nuevas tecnologías posibilita que muchas personas por su estado de salud, por su edad avanzada o por el mismo aforamiento, puedan participar desde sus casas, uniéndose espiritualmente a cada una de las celebraciones de su parroquia o hermandad. Es muy loable el esfuerzo que muchas corporaciones hacen para que lleguen a todos sus hermanos las celebraciones propias de su vida de fe. Aunque, en la medida de lo posible y sin menoscabo de las recomendaciones sanitarias, es aconsejable que aquellos que puedan hacerlo participen presencialmente de estas celebraciones.