El Cabildo Catedralicio, presidido por el obispo de Huelva, Santiago Gómez Sierra, ha celebrado esta mañana el rezo del Oficio de Lecturas y Laudes de la Sepultura del Señor, un momento de especial recogimiento en el que se contempla el Cuerpo muerto de Jesús y su descenso al lugar de los muertos en espera de su resurrección y en el silencio de quienes esperan el triunfo de la vida: Oh dolientes de la tierra, verted aquí vuestras lágrimas; en la gloria de este cuerpo serán bañadas.
Entre los textos litúrgicos leídos en el Oficio de Lectura de esta mañana se encuentra una antigua homilía anónima sobre el santo y grandioso Sábado de la Sepultura del Señor en el que se describe como Cristo desciende a la región de los muertes para buscar a nuestro primer padre, Adán, “como oveja perdida” y con el que mantiene un precioso diálogo: «Despierta, tú que duermes, y levántate de
entre los muertos y te iluminará Cristo… Levántate, vayámonos de aquí. El enemigo te hizo salir del paraíso; yo, en cambio, te coloco no ya en el paraíso, sino en el trono celestial.»
En su breve homilía, el Obispo ha recordado el sentido cristiano de la muerte “en una cultura hedonista, del placer y el bienestar, donde la muerte es un contratiempo que hay que censurar y ocultar. Así hemos hecho desaparecer costumbres propias como modo de vivir y sentir la pérdida de un ser querido; o preferir la muerte repentina, cuando los cristianos rezábamos unas preces en las que pedíamos ser librados de este tipo de muerte que era entendida como una desgracia porque no nos permitía disponernos sacramentalmente para el encuentro con el Señor; o incluso hemos hecho desaparecer el lugar físico del descanso de nuestros restos mortales… Pero nada de eso –ha continuado diciendo– nos quita la verdad de un trance que todos ciertamente hemos de pasar y que, de algún modo, vamos viendo a lo largo de toda la vida, especialmente cuando asistimos a la muerte de nuestros seres queridos. La muerte nos llama a vivir en permanente estado de vigilancia, como dice el salmo: Dame a conocer la medida de mis años para que adquiera un corazón sensato (Cfr. Salmo 89). Recordad cómo San Ignacio en sus Ejercicios Espirituales invita al ejercitante, a la hora de reformar la vida o tomar una opción vocacional, a situarse en la hora de la propia muerte y pensar cómo le gustaría haber vivido”.
D. Santiago Gómez ha culminado sus palabras pidiendo al Señor “que aumente nuestra fe para vivir de frente a una realidad que forma parte de nuestra condición humana, el paso que nos lleva a la Casa del Padre de la mano de Jesucristo, vencedor de la muerte”. Y ha invitado a “acompañar a la Virgen María en su soledad que, seguramente, como le dijera al ángel Gabriel en la Anunciación, hoy también se preguntará cómo será eso de la Resurrección del Señor y espera confiada en que para Dios nada hay imposible. Que, como María, también vivamos nosotros en esperanza nuestra vida y el paso por la muerte a la Vida definitiva”.
Por error ha sido definido como un día alitúrgico, pues en él no está permitida la celebración de la Eucaristía. Si bien es cierto que no se celebra la Eucaristía, no existen los días alitúrgicos, pues la celebración de la Liturgia de las Horas del Sábado Santo es una expresión más de la litúrgica de la Iglesia. La Iglesia ayuna el sábado santo de la Eucaristía siguiendo una antiquísima tradición que llevaba a la Iglesia a un prolongado ayuno durante todo el sábado porque “el Esposo le ha sido arrebatado”. Este ayuno concluye con la celebración de la Vigilia Pascual que, en la Catedral, tendrá lugar esta noche a partir de las 23.00 h.
Horarios de las celebraciones litúrgicas de Semana Santa en la Catedral