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Solemnidad de la Ascensión del Señor

Publicado:
26 mayo, 2022
Imagen: La Ascensión del Señor. Francisco Bayeu y Subías (1769). Museo Nacional del Prado, Madrid

«Escuchar para transmitir»

Ascensión, subir, llegar a lo alto, va a resultar casi una declaración de principios. Allí donde Jesús va, esperamos llegar nosotros. Nos va a costar toda una vida, toda la vida, pero es la única tarea que merece la pena. Porque el día a día de este camino está marcado por el ansia de la transcendencia. Quiero, queremos por fin transcendernos, llegar al Padre, llegar al hogar en que descansar el corazón y la mente, el lugar en que se silencian los gritos y encontramos todas las respuestas a todas las preguntas, el consuelo a todos los desconsuelos y contemplamos el auténtico rostro del Amor más grande y la única Verdad.

Digo que es casi una declaración de principios en un ambiente en que muchos han renunciado a hacerse preguntas, a tener respuestas, mirar más allá, a buscar la verdad, y para eso alimentan el hambre inevitable con consignas, más intolerantes cuanto más vacuas. Va a resultar esa la tarea de la Iglesia hoy, no quedarnos mirando el cielo, el hogar junto al Padre, sino recorrer el camino conectando con esa necesidad profunda que sigue ahí, en el corazón humano, bajo capas de hábitos anestesiantes.

Celebramos la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales y este año el lema es “Escuchar con los oídos del corazón”. La Iglesia«destaca el papel imprescindible de la comunicación para la vida plena: Hay una buena noticia que debe ser comunicada y conocida para el bien de todos», como recuerdan los obispos de esta Comisión en su Mensaje. En el evangelio de este domingo, Jesús nos resume la conclusión de su tarea y la deja en nuestras manos: “(…) Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.” Será esa “fuerza de lo alto” la que nos permitirá escuchar con el corazón las verdaderas necesidades del hombre de hoy, más allá del ruido y la apariencia, para poder anunciar lo que hemos sido enviados a anunciar. 

Aquellos discípulos y apóstoles estuvieron confundidos al principio, les costaba aceptar que los planes de Dios en Jesús se hubieran desarrollado de forma tan paradójica, tuvieron que aprender a escuchar antes de comenzar la tarea. También nosotros tendremos que evitar caer en la trampa de predicarnos a nosotros mismos o de dejarnos paralizar por lo ingente de la misión asignada y la tentación de quedar bien. 

Así que, seamos testigos, comuniquemos la experiencia del encuentro con Cristo, hagámonos fuertes en la verdad por incómoda que resulte, escuchemos para poder comunicar la Palabra que el mundo necesita. Y, sobre todo, dejemos “que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, nos dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo” (Ef 1, 17) y nos abra los oídos del corazón para escuchar lo que hemos de transmitir.

Rafael Benítez Arroyo, párroco de Trigueros y delegado diocesano para las Comunicaciones Sociales

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