Para quienes han sido scouts ya sea porque lo fueron de niños o porque han sido monitores de mayores, la experiencia del campamento es insustituible. Es el momento esperado de vivencia de la fraternidad scout, de ponerse a prueba, de experimentar el contacto con la naturaleza y la vida en equipo. Todos, mayores y menores, vienen transformados.
Hay que tener en cuenta que tras un campamento hay todo un curso de trabajo voluntario, ilusión y esfuerzo. También un trabajo de programación detallada de actividades y de cumplimiento de normas de seguridad de todo tipo, alimentaria, de prevención de peligros en la naturaleza, de entorno seguro para menores, etc. Todo es necesario para que sea posible la realización de dichos campamentos.
De cara al futuro, el Movimiento Scout Católico, como otros movimientos sociales y de la Iglesia tiene un reto importante, la renovación del voluntariado que lo hace posible. Un voluntariado comprometido con Dios y con la Iglesia, dispuesto a adquirir la formación necesaria para prestar el mejor servicio posible.