Con el Miércoles de Ceniza se abre un tiempo litúrgico de especial importancia, que nos prepara para la celebración de la Pascua. La Cuaresma es un periodo de escucha atenta de la Palabra de Dios, de conversión del corazón y de renovación espiritual. Es también una ocasión propicia para recordar nuestro Bautismo y reconciliarnos con Dios y con nuestros hermanos, acudiendo con mayor frecuencia a la oración, el ayuno y la limosna, prácticas que el Señor nos enseña en el Evangelio (cf. Mt 6,1-6.16-18).
El gesto de la imposición de cenizas, propio de los antiguos ritos penitenciales, nos recuerda nuestra fragilidad y mortalidad, la necesidad de la misericordia de Dios y la llamada a la conversión. No es un simple símbolo exterior, sino un signo profundo de la actitud interior que estamos invitados a asumir durante este tiempo cuaresmal: un corazón arrepentido y dispuesto a renovarse en el amor de Cristo.
Invitamos a todos los fieles de la diócesis a participar en esta celebración y a vivir intensamente este camino de preparación hacia la Pascua, acogiendo la invitación a la conversión y al encuentro con el Señor.