El Obispo le ha nombrado párroco de las parroquias de Santo Domingo de Guzmán y de Nuestra Señora de la Piedad de Lepe, de las que tomará posesión mañana sábado. Junto a esos encargos, el de vicario episcopal de la Costa y el Andévalo. ¿Cómo se siente al asumir esta responsabilidad?
Puede decirse que con sentimientos contrapuestos. Por un lado, siguiendo un símil del ámbito litúrgico, con temor y temblor, por la magnitud de la misión que se me encomienda. Pero, al mismo tiempo, con la ilusión de poder vivir aquello que se encuentra en el origen de mi vocación y, según creo, de toda vocación al ministerio sacerdotal: el deseo de transmitir y extender la experiencia del amor de Dios que nos ha mostrado su rostro en la persona de Jesús a todos aquellos que sean puestos bajo nuestra cura pastoral.
Teniendo en cuenta la realidad de esta vicaría territorial, sobre qué aspectos pondrá el acento.
Creo que lo primero que se requiere es un conocimiento de las múltiples realidades que viven las diferentes parroquias que conforman la Vicaría. Ese trabajo de campo para conocer los aspectos positivos, pero también las posibles carencias o deficiencias de las comunidades parroquiales será el que me ofrezca la información sobre los elementos prioritarios de la pastoral y los aspectos en los que se deberá incidir. Todo ello, en consonancia con las Orientaciones Pastorales de la Diócesis que serán publicadas en breve.
A partir de ahora su colaboración con el obispo, Mons. Santiago Gómez, será aún más estrecha como miembro del Consejo Episcopal. Desde su experiencia pastoral, ¿qué cree que puede aportar?
Mi aportación a esta nueva misión como miembro del Consejo Episcopal estará en conexión con mis experiencias vividas a lo largo de los ya más de veinte años de ministerio sacerdotal. Los diferentes ámbitos pastorales en los que he tenido la ocasión de moverme: parroquias, formación en el seminario, atención a comunidades religiosas, servicio en la Curia romana, docencia. Todo ello ha ido configurando mi sacerdocio y es lo que ahora pienso que, con humildad, debo poner al servicio de la nueva misión que me encarga D. Santiago.
Sobre qué puntos piensa que habría que incidir en relación a la vida de los cristianos en la actualidad. Ser cristiano hoy en día y vivir conforme al Evangelio no es fácil, teniendo en cuenta la cultura dominante, ¿no cree?
Sin duda, en nuestra sociedad actual la relación evangelio-mundo, fe-vida, plantea un verdadero desafío para la Iglesia. Ya el Concilio Vaticano II definió la Iglesia como una “realitas complexa”. Pues esa misma complejidad que se da en el ser mismo de la Iglesia es la que experimentan los cristianos de hoy a la hora de saber cómo vivir el Evangelio en la actualidad. No es fácil. Sin embargo, si tuviera que centrar en un punto la cuestión que usted me plantea apelaría a lo que ya el Papa Benedicto XVI denominaba la “emergencia educativa”. También en este punto el papa Francisco ha hecho algunas intervenciones interesantes. A mi modo de ver, después de mi paso por diversas parroquias y en diferentes ámbitos geográficos de la Iglesia, la formación permanente del clero y la del pueblo de Dios es algo prioritario. Sin un cierto conocimiento del misterio de Dios es muy difícil hacer experiencia de la gracia de Dios que nos llama a caminar hacia la santidad. Podríamos recordar aquella frase de: “Tu luz nos hace ver la luz”.
Mons. Cristóbal Robledo Rodríguez es natural de La Palma del Condado. Siendo aún niño, emigró con su familia a Barcelona, donde pasados los años realizó sus estudios en el Seminario y fue ordenado presbítero en el año 2001 de manos del cardenal Ricard María Carles, quien enseguida le envió a estudiar a Roma. Allí cursó la licenciatura en Teología Dogmática en la Pontificia Universidad Gregoriana. Empezó el doctorado y ejerció como profesor asistente en la citada Universidad durante dos años. En el año 2006 fue llamado a la Curia Romana, donde ejerció como Oficial durante siete años, en la Congregación para la Educación Católica, dentro de la sección de Seminarios. En 2013 se trasladó a la Diócesis de Huelva, donde fue acogido por Mons. José Vilaplana, proveniente de la Diócesis de Tarrasa. Desde entonces han sido numerosos los encargos pastorales que se le han encomendado, tales como: la sustitución en la Parroquia de los Dolores de Isla Cristina, durante unos meses, del sacerdote D. Carlos Javier Rodríguez Parra, a quien precisamente ahora releva en la Vicaría de la Costa y el Andévalo. También fue durante un año párroco de Rociana del Condado, a lo que siguió su labor como director espiritual del Seminario Diocesano durante cuatro años, un encargo que compaginó con la capellanía de las Hermanas de la Cruz, en la Palma del Condado, y con el de confesor de las Hermanas Oblatas de Cristo Sacerdote, en Huelva. También ha sido vicario parroquial de La Palma del Condado y, su más reciente destino, estos tres últimos años, ha sido como párroco de Santiago Apóstol y María Auxiliadora de Bollullos Par del Condado. El nuevo vicario episcopal para la Costa y el Andévalo es, también, desde el curso 2013-2014 profesor en el Seminario Diocesano en diversas materias propias de teología dogmática. Así mismo, ostenta el cargo de secretario del Instituto Teológico San Leandro. D. Cristóbal Robledo recibe el tratamiento de monseñor, al haber sido reconocido con la distinción de Capellán de Su Santidad que le concedió el papa Benedicto XVI.