Mons. Santiago Gómez Sierra, fue designado obispo de Huelva por el Papa Francisco el 15 de junio de 2020, tomando posesión de la sede onubense el 25 de julio del mismo año, Solemnidad De Santiago Apóstol.
Nació en Madridejos (Toledo) el 24 de noviembre de 1957. Fue ordenado sacerdote en la Diócesis de Córdoba el 18 de septiembre de 1982.
Es licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación (sección Filosofía), por la Universidad Complutense de Madrid y en Teología (especialidad de Dogmática y Fundamental), por la Universidad Pontificia Comillas en Madrid.
En la Diócesis de Córdoba desempeñó en dos ocasiones el cargo de Vicario General, además de formar parte del Cabildo Catedral, del que fue deán hasta su traslado a Sevilla.
Tras su ordenación sacerdotal fue cura ecónomo de Ntra. Sra. de los Ángeles de Alcolea y arcipreste del Alto Guadalquivir; posteriormente, párroco de San Juan y Todos los Santos (La Trinidad) en Córdoba. Además, sirvió como capellán y confesor en varias comunidades religiosas.
Formador y vice-rector del Seminario Mayor San Pelagio de Córdoba, así como profesor del mismo y del Instituto Superior de Ciencias Religiosas “Beata Victoria Díez”, ha trabajado también en otros ámbitos del campo educativo y asistencial, siendo vicepresidente de la Junta de Gobierno de la Obra Pía Santísima Trinidad y del Patronato de la Fundación de la Escuela Universitaria de Magisterio “Sagrado Corazón de Córdoba”, y en Sevilla de la Fundación Diocesana de Enseñanza. También fue presidente del Consejo de Administración de CajaSur.
Fue nombrado obispo titular de Vergi y auxiliar de Sevilla por el Papa Benedicto XVI el 18 de diciembre de 2010, recibió la ordenación episcopal en la catedral hispalense el 26 de febrero de 2011, tomando con lema episcopal “Pacificans per sanguinen eius” (“Haciendo la paz por la sangre de su cruz”).
En la Conferencia Episcopal Española ha sido miembro de las Comisiones Episcopales de Enseñanza y Catequesis y de Pastoral, actualmente pertenece a la Comisión Episcopal de Evangelización, Catequesis y Catecumenado. Además, es obispo delegado para la Enseñanza en la Asamblea de Obispo del Sur de España.
Secretario particular: Jesús Martín Galán
Escudo episcopal
Para su blasón, D. Santiago Gómez Sierra eligió por lema la frase en latín Pacificans per sanguinem eius, “Haciendo la paz por la sangre de su cruz” (Colosenses 1, 20c), y para expresar el espíritu de ese lema en su vida episcopal, D. Santiago eligió como pieza principal del escudo, sobre campo de plata, la cruz (sin imagen) del Santísimo Cristo del Prado, devoción personal y de su localidad de nacimiento, Madridejos, en la provincia de Toledo.
Dicha cruz figura en sus colores naturales, con el INRI en plata y las cantoneras y los radiantes en oro. De la cruz cuelga un sudario rojo con bordados en oro, sobre el que figuran también en oro, a un lado, el corazón ardiente de la Virgen María, traspasado por la espada y, al otro, las palmas del martirio (en griego “martirio” significa “testimonio”).
Como permanente invocación de la intercesión del Santo Apóstol Santiago, cuyo nombre lleva, Mons. Gómez Sierra colocó, entado en punta, sobre púrpura, la venera de peregrino compostelano al natural, alusión también a la que figura en el escudo del Benedicto XVI, el papa que le nombró Obispo. Todo ello acolado a la cruz pastoral en oro y recogido bajo galero episcopal con seis borlas a cada lado, en sinople.
Escritos pastorales
«Vivir como llamados, actuar como discípulos»
“Queridos diocesanos:
La próxima Jornada de la Iglesia Diocesana quiere llamarnos la atención sobre nuestro ser vocacional. Todos somos llamados en la Iglesia, todos hemos sido invitados a seguir a Jesús, todos hemos podido, de una u otra manera, escuchar: «Ven y sígueme» (cf. Mt 9,21). Nuestro bautismo ha sido la primera llamada, cuando el Señor ha puesto en nosotros la semilla de la fe, una semilla que está llamada a crecer para seguirle.
El seguimiento de Cristo es para una misión, una misión que es universal, la de anunciar el Evangelio a todo pueblo y nación (cf. Mt 24,14). En nuestra Iglesia diocesana esta misión se cifra en unas personas concretas, en unos rostros concretos, los que nos rodean, los que están más próximos. Cada uno de nosotros ha sido llamado para llamar a otros a contemplar el amor de Dios. La Iglesia es misionera y nosotros somos discípulos-misioneros, como nos pide el papa Francisco:
«¡Que todos nosotros, los bautizados, estemos dispuestos a salir de nuevo en misión, cada uno según la propia condición de vida, para iniciar un movimiento misionero, como en los albores del cristianismo!» (Mensaje par la Jornada Mundial de las Misiones, 20224, n. 1).
La vida de la Iglesia diocesana, bajo la guía del obispo, está orientada a la misión, la misión de anunciar el Evangelio, para que todos vivan como llamados por el Señor. Hay que tener en cuenta que la Iglesia diocesana «es una porción del pueblo de Dios que se confía a un obispo para que la apaciente con la cooperación del presbiterio, de forma que unida a su pastor y reunida por él en el Espíritu Santo por el Evangelio y la eucaristía, constituye una Iglesia particular, en la que verdaderamente está y obra la Iglesia de Cris- to, que es una, santa, católica y apostólica» (Christus Dominus, 11).
En la diócesis, pues, se concreta la Iglesia a la que pertenecemos por el bautismo, en ella, los llamados a seguir a Jesús, hemos de actuar impulsados por el Espíritu para hacer presente a Cristo Se- ñor. Muchas son las vocaciones a las que nos convoca Jesús en su Iglesia: a unos al matrimonio vivido como verdadera llamada a ser fecundos y a vivir en comunión; a otros a la vida consagrada mediante los votos evangélicos, y a otros al sacerdocio. Todas estas llamadas son concreciones para crecer en la vocación bautismal y desarrollar las potencialidades de la vocación bautismal en beneficio de toda la Iglesia. Hoy son necesarios los ejemplos de vivir estas llamadas con espíritu eclesial.
Vivir como llamados, vivir como consagrados a una misión, vivir como discípulos misioneros, es nutrir de vigor a la Iglesia, siendo conscientes de que este vigor no parte de nosotros, sino del Espíritu que la impulsa. Y para vivir como llamados, la Iglesia despliega toda una actividad que pretende hacer efectiva la misión, una misión que necesita de unos espacios y de unos recursos materiales, de los que todos los miembros de la comunidad diocesana somos responsables.
La Jornada de la Iglesia Diocesana quiere hacernos crecer en diocesaneidad, en sinodalidad, en responsabilidad por nuestra Iglesia particular. Os animo a participar en la vida diocesana, también con vuestras aportaciones materiales, porque estas servirán para un fin que es el de la Iglesia misma: ser discípulos-misioneros para anunciar el Evangelio.”
Escritos anteriores
«Acompañar, cuidar y amar el final de la vida: el Testamento Vital»
Carta del Obispo con ocasión de la Jornada por la Vida. Huelva, 19 de marzo de 2022, solemnidad de San José.
“No descartemos a los hambrientos”.
Carta del obispo de Huelva, Santiago Gómez, con ocasión del inicio de campaña de Manos Unidas 2022.
Somos lo que tú nos ayudas a ser. Somos una gran familia contigo
Carta del Obispo con ocasión del Día de la Iglesia Diocesana 2021, para celebrar que “somos una gran familia contigo”
“Cuenta lo que has visto y oído”.
Carta del Obispo con ocasión del DOMUND 2021
“Convocad a la Asamblea”
Exhortación del Obispo, D. Santiago Gómez, al inicio del curso pastoral 2021-2022
«Cerca de Dios y del dolor humano»
Carta del Obispo con motivo de la Jornada Pro-Orantibus 2021